lunes, 2 de abril de 2012

XI.- La Caída (Mt. 27, 32-33)



Ningún evangelio nos cuenta que Jesús cayese por el camino, pero no hacia falta que lo contasen para suponerlo. El hecho de que obligaran a uno para que llevase el madero está diciendo que Jesús estaba extenuado. Llevaba muchas horas sin comer ni beber y sufriendo todo lo que quisieron hacer con Él. Pero sobre todo la flagelación era extenuante hasta el extremo de que algunos no la soportaban y morían en ella. A todo ello hay que añadir el cansancio psíquico de soportar tanta incomprensión, tanta cobardía, tanta injusticia y tanta saña del odio de sus enemigos. Tuvo que caerse, y no sólo una vez, hasta llegar al lugar de la crucifixión.

Mucho peso el del madero que en principio debió coger hasta con cierta ilusión. Todo lo que le hicieron Él lo ha cogido con ese leño y no sólo lo hecho por los actores de este drama. Él no ha tomado solamente el mal hecho por unos pocos sobre sus hombros. Ellos representaban, con su odio, el mal y el odio del mundo, precisamente de lo que Él nos quería salvar. Llegaba la Hora y tenía que cogerlo en su totalidad para, con su sacrificio, sacrificarlo. Y esto pesaba mucho, tanto que eran el mayor escollo para poder seguir el camino.

Pero los reos no tenían ningún derecho, se les podía hacer cualquier barbaridad. Nadie lo defendería, por eso, al principio de la amarga procesión, antes de ser ayudado por el de Cirene, si cayó no era de extrañar que, como la imagen que comentamos nos presenta, hasta le empujaran y le pegaran con un flagelo. Ya podía gritar, si es que podía, que nadie escucharía sus lamentos, ni frenaría el ultraje que le infligían aquellas fieras. A ellos lo que les interesaba era llegar pronto y acabar rápido para estar libres para la fiesta. Por eso obligan y "fuerzan a llevar la cruz" a este hombre que volvía del campo o que había venido a celebrar la pascua. No fue un acto de piedad para con Jesús, ni por parte de los que le obligan ni por parte del obligado. Pero seguro que Jesús lo agradeció, de hecho dos de sus hijos serán posteriormente seguidores de Jesús y conocidos por el evangelista Marcos (15, 21).

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