lunes, 16 de abril de 2012

Cuando el Señor habla al corazón (0)


Cuadernos espirituales inéditos del padre
Gaston Courtois
PRÓLOGO
Quienes han leído su biografía UN SACERDOTE: GASTON COURTOIS (Unión des Oeuvres, 31, Rue de Fleurus, París) han podido constatar que el Padre Courtois fue seducido desde su adolescencia por una vida de intimidad con Dios.
Los años no hicieron sino incrementar esta seducción y no deja de ser significativo el hecho de que la ingente suma de trabajo realizado por este hombre de acción nunca menoscabara ese deseo de oración profunda que es verdaderamente uno de sus rasgos más característicos. Muy por el contrario: La “Vida interior”, “Escuchando al Señor”, “A corazón abierto con Jesús”, “En presencia del Señor”, (estos son algunos de los títulos de sus obras), eran indudablemente el motor de toda su actividad pastoral. En el silencio de la meditación, el Padre recibía ideas que se agolpaban en su mente y, asimismo, fuerzas y medios para realizarlas.
Hacia ya mucho tiempo que solía escribir, como el dictado del Señor, en libretas de las que nunca le faltaba un ejemplar en el bolsillo. Además de todo lo que el Padre Courtois ha comunicado al mundo merced a sus innumerables publicaciones (por desgracia parcialmente agotadas), en estas libretas encontramos, pues, la expresión de sus relaciones más personales con Quien lo era todo para él. Y no es que fuese avaro de lo que creía proceder de Dios ya que lo comunicaba en cuantas ocasiones se le presentaban. Si alguien –quizás con una pizquita de envidia- le manifestaba: “Yo, tan sólo expreso , en mi vocabulario, lo que creo que Él me quiere decir”. Y él mismo, de vez en cuando, se interrogaba sobre el valor de autenticidad de sus notas, como lo prueba la siguiente (fechada al salir de unos Ejercicios en 1959):
¿Qué temes?  ¿La ilusión? Mira, si en la práctica mis palabras traducen el mismo efecto que las referidas en el Evangelio, si ayudan a ser más humilde, más obediente, más desinteresado, más generoso, más caritativo y más unido a Mí, ¿qué pueden temer? Mis palabras son ESPÍRITU Y VIDA. Producen en todas las almas de buena voluntad lo que significan. El árbol se juzga por sus frutos. Tú, vive más en estado de conversación conmigo. Esa será la mejor conclusión de tus ejercicios. Mírame. Háblame. Escúchame con mucho amor para que llegues a ser un poco más Yo. ¿No has comprobado que en diez minutos Yo puedo proyectar en ti una luz que los libros más sabios son incapaces de producir? O, si la producen, es porque fueron orados antes de ser escritos y porque son como la prolongación o el eco de mi misma Palabra. Tú pregúntame. Yo, te contestaré a mi manera, cuando mejor Me parezca, pero la respuesta tú la tendrás, y ésta será claridad y fuerza.
Sólo algunos años más tarde alude a la eventualidad de utilizar estos coloquios íntimos fuera del ámbito personal.
Tienes que captar las ideas que Yo pongo en ti y expresarlas en tu vocabulario a medida que te las sugiero. De los contrario, se esfumarían en la neblina del olvido. Si las hago brotar en tu espíritu es, en primer lugar, para ti, pues ellas te ayudarán a pensar como Yo pienso, a ver las cosas como las veo. Yo, a interpretar los signos de los tiempos como Yo quiero ser comprendido en la penumbra de la fe. Vienen después todos tus hermanos y hermanas en humanidad. Cada uno necesita la luz que Yo te doy, así como tú mismo debes asimilar la luz que Yo reflejo por ellos en sus palabras, en sus escritos, en su conducta. Te servirás de lo que Yo te inspiro para alimentar no sólo tu meditación, sino también tu predicación oral o escrita. Contemplata aliis tradere.
A los pies del Maestro” es el título general que, en primer lugar, había dado a sus libretas. Sin embargo, en una de las últimas (1967-1968), él mismo había escrito, en la primera página de guardas, este nuevo título “Cuando el Señor habla al corazón…”
Este es el que hemos conservado para la publicación de estos apuntes, pensando que así nos conformábamos mejor a su intención.
Difícil era distribuirlas según un plan preconcebido. Cada “coloquio”, en efecto, plantea, las más de las veces, varios temas que, compenetrándose, se completan. No obstante, para facilitar su utilización, hemos tratado de repartirlos bajo ciertos títulos sugestivos.
Conviene añadir que, aunque los temas sean todos de palmaria importancia, nos hemos tenido que decidir por una selección y ésta, como, es sabido (él mismo lo repetía tantas veces) “equivale siempre a sacrificar algo”… Sin contar que, a lo largo de todas sus páginas, había múltiples repeticiones. Tal vez estimen ustedes que aún quedan algunas. Sin embargo, aunque las mismas ideas se presenten constantemente- lo que después de todo, no deja de ser normal en un hombre cuya vida espiritual era de una sencillez extremada – la expresión que brota de estos “coloquios” presenta, las más de las veces, una diversidad de colorido tan rico que no puede por menos de ser fecunda.
Además, cuando se ama, ¿no encuentra uno cómo repetirlo de mil maneras diferentes aunque sea con las mismas palabras? Pues el Padre Courtois no ha querido ni pretendido sino eso: amar al Señor como mejor podía – y esmerarse por hacerle amar. ¡Quiera Dios que este mensaje póstumo continúe también lo que fue la obra de toda su vida!.
Agnês RICHOMME

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