lunes, 30 de abril de 2012

Dar fruto


LECTIO DIVINA (06-05-2012)
Juan 15, 1-8
“Yo soy la vid verdadera y mi Padre es el viñador. Si uno de mis sarmientos no da fruto, lo corta; pero si da fruto, lo poda y lo limpia para que dé más. Vosotros ya estáis limpios por las palabras que os he hablado. Seguid unidos a mí como yo sigo unido a vosotros. Un sarmiento no puede dar fruto por sí mismo si no está unido a la vid. De igual manera, vosotros no podéis dar fruto si no permanecéis unidos a mí.
“Yo soy la vid y vosotros sois los sarmientos. El que permanece unido a mí y yo unido a él, da mucho fruto; pues sin mí nada podéis hacer. El que no permanece unido a mí será echado fuera, y se secará como los sarmientos que se recogen y se queman en el fuego.
“Si permanecéis unidos a mí, y si sois fieles a mis enseñanzas, pedid lo que queráis y se os dará. Mi Padre recibe honor cuando vosotros dais mucho fruto y llegáis así a ser verdaderos discípulos míos.
Otras lecturas: Hechos 9.26-31; Salmo 22.26-28, 30-32; 1 Juan 3.18-24
LECTIO:
Este discurso, lleno de fuerza, del Evangelio de Juan traza una vívida imagen de la relación que mantiene Jesús con el Padre y con sus seguidores, personas como tú o como yo.
En la lectura de la semana pasada Jesús se describía a sí mismo como ‘buen pastor’ (Juan 10). En el pasaje de hoy, Jesús habla de sí como ‘la vid verdadera’. Las viñas eran un paisaje común en tiempos de Jesús, al igual que hoy sucede en muchas regiones.
Hoy destacan tres ‘imágenes’: Jesús como vid, el Padre como viñador, y los discípulos como sarmientos. La vid sostiene a los sarmientos: uno no puede producir fruto sin la otra.
El Padre cuida de la vid. Poda los sarmientos estimulándolos para que crezcan fuertes y den una abundante cosecha de fruto. A los sarmientos que no dan fruto los cortan y los echan fuera.
¿Y cómo permanecen los ‘sarmientos’ unidos a la ‘vid’? Jesús ofrece dos ideas: ‘seguid unidos a mí como yo sigo unido a vosotros (versículo 4) y sed ‘fieles a mis enseñanzas’ (versículo 7). Hemos de vivir como Jesús y aceptar la purificación y la ‘poda’ que llevarán a cabo en nuestras vidas las palabras de Jesús (versículo 3).
El objetivo de nuestras vidas y el fruto que hemos de producir consisten en dar gloria y alabanza al Padre. Dicho de manera más sencilla: necesitamos dedicarnos por completo a realizar la voluntad de nuestro Dios amoroso.
MEDITATIO:
Dedica algo de tiempo a pensar en lo que significa para ti ‘permanecer en’ Jesús. Considera también cómo pueden permanecer en ti sus palabras.
¿Cómo te sientes frente a la corrección o la ‘poda’ de Dios? Recuerda cuánto te ama Dios. ¿Te ayuda traer a la memoria que la poda producirá más fruto?
ORATIO:
Para orar hoy, toma una hoja de papel y unos cuantos rotuladores o lápices de colores. Dibuja una vid con sus frutos: basta con unas pocas líneas y unos borrones. Dibuja también algunas raíces. Junto a cada raíz, escribe el nombre de algo que alimente tu relación con Dios. Imagina que tú eres uno de los sarmientos. Dejando aparte la modestia, ya que esto es algo entre Dios y tú nada más, trata de darle nombre a algunos de los frutos que has dibujado en tu sarmiento. Esto ya es más difícil de hacer, pero pídele al Espíritu Santo que te ayude. En alguno de los otros sarmientos, escribe los nombres de personas que afianzan tu relación con Jesús. Considera todo esto con espíritu de oración. Puede que te lleve cierto tiempo, pero cuando estés dispuesto, ofréceselo a Dios en acción de gracias y con confianza en las ‘vendimias’ futuras.
CONTEMPLATIO:
Hechos 9.26-31 explica qué significa estar unido a Jesús: quiere decir estar unido a su Iglesia. Pablo quedó transformado por medio de su conversión. Para dar el fruto que Dios le pedía necesitó reconciliarse con la Iglesia de Jerusalén a la que antes había perseguido.
1 Juan 3.18-24 es muy práctico: cree en Jesús y ama a tu prójimo. Y el amor hacia tus compañeros en la fe no debe consistir en meras palabras, sino que debe ser un amor verdadero ‘que se demuestre con hechos’ (versículo 18).
Lectio Divina de la Sociedad Bíblica España

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