jueves, 29 de noviembre de 2012

La Iglesia de base de Madrid pide a Rajoy que denuncie los Acuerdos Iglesia-Estado


Reclaman la instauración de "un Estado laico en una sociedad plural"
Denuncian que la institución eclesiástica "ha incumplido su compromiso de autofinanciación"
El colectivo de "Cristianas y cristianos de base de Madrid" ha enviado el 27 de noviembre de 2012 una carta al Presidente del Gobierno, Sr, Rajoy, pidiéndole que denuncie los Acuerdos entre la Santa Sede y el Estado español firmados en enero de 1979, en sustitución de anteriores Concordatos.
Estos Acuerdos consagran para la Iglesia Católica numerosos privilegios, lesionan seriamente los derechos de muchos españoles que tienen otras creencias u otras convicciones filosóficas, y lastran de forma grave el genuino sentido del cristianismo, a través del contradictorio proceder de la Iglesia Católica, motivo de escándalo para muchos. Las razones que avalan dicha petición son múltiples.
Queremos hacer hincapié en los siguientes aspectos.
1) Estos Acuerdos mantienen casi intacto el núcleo del Concordato de 1953 (pre democrático y nacido en el marco de la Dictadura), especialmente en los privilegios que otorgan a la Iglesia Católica en el ámbito de la Economía y de la Enseñanza.
2) Fueron concebidos, negociados y acordados sin contar con la ciudadanía.
3) Siendo la Iglesia la mayor propietaria de bienes inmuebles en España, ha incumplido su compromiso de autofinanciación en tres años, tal como reconoció en los citados Acuerdos, y continúa recibiendo del Estado diez mil millones de euros al año.
4) En el ámbito de la educación, resulta totalmente irregular que sea el Estado el que pague a los profesores de religión y sean los obispos los que los elijan y los puedan expulsar a su conveniencia, al margen de la normativa que rige para el resto del profesorado.
Por todos estos motivos y otros que conculcan principios fundamentales como son los Principios de Laicidad, Igualad y Neutralidad, estimamos que deben ser denunciados tanto por el Gobierno Español como por representantes de la Iglesia Católica.
Éste es el texto íntegro de la carta:
Sr. Presidente del Gobierno D. Mariano Rajoy
Somos un colectivo de comunidades de base, agrupadas como "Cristianas y Cristianos de Base de Madrid" coordinadas con otros grupos análogos en diferentes territorios del Estado y formamos parte de la Iglesia Católica.
El objetivo de esta carta es plantearle la urgente necesidad de que el Gobierno que V. preside denuncie los Acuerdos firmados por el Estado Español con la Santa Sede en 1976 y 1979 (BOE, 03/01/1979) porque a nuestro juicio, esos Acuerdos consagran para la Iglesia Católica numerosos privilegios, lesionan seriamente los derechos de muchos españoles que tienen otras creencias u otras convicciones filosóficas, y lastran de forma grave el genuino sentido del cristianismo, a través del contradictorio proceder de la Iglesia Católica, motivo de escándalo para muchos.
Tras mucho tiempo de reflexión sobre la actuación de la Iglesia Católica en el seno del Estado democrático que, desde hace décadas intentamos consolidar, hemos llegado a la conclusión de que el actual marco de relaciones Iglesia-Estado colisiona frontalmente con distintos principios fundamentales recogidos en nuestra Constitución (ver documento adjunto), lesiona derechos básicos de muchos ciudadanos y traiciona la neutralidad del Estado respecto a las diferentes corrientes de pensamiento, convirtiéndolo, de facto, en un Estado Confesional. Todas las razones apuntadas ponen de manifiesto la necesidad de denunciar estos Acuerdos y sustituirlos por otras normas más acordes con un Estado social y democrático de Derecho, que pongan un punto final a los anacronismos hoy vigentes en diferentes esferas de la vida pública española. Numerosas razones avalan la necesidad de esta denuncia:
En el ámbito jurídico-político: Los acuerdos con la Santa Sede (al margen de su estructura jurídica que pensamos puede ir en contra de la Constitución) mantienen casi intacto el núcleo del Concordato de 1953 (pre democrático y nacido en el marco de la Dictadura), especialmente en los privilegios que otorgan a la Iglesia Católica en el ámbito de la Economía y de la Enseñanza, fueron concebidos, negociados y acordados sin contar con la ciudadanía. Vieron la luz sólo unos pocos días después de la promulgación de la Constitución Española de 1978, poniendo de manifiesto la urgencia por resolver el tema antes de que las reglas del juego democrático estuvieran plenamente establecidas.
En el ámbito económico: Tanto el Acuerdo sobre Asuntos Económicos como diferentes normas legales posteriores atribuyen a la Iglesia Católica unos derechos que implican subvenciones, exenciones fiscales y facultades de apropiación patrimonial, inexplicables en un Estado democrático. Por el contrario, la Iglesia, la mayor propietaria de bienes inmuebles en España, incumple su compromiso de autofinanciación, tal como reconoció en los citados Acuerdos, y continua reclamando incrementos en las subvenciones estatales que, en estos momentos, superan ya los diez mil millones de euros al año. En nuestros días, esas demandas tienen como consecuencia el lamentable espectáculo de ver como la población se empobrece con la crisis, Y los ajustes y recortes recaen especialmente sobre los más débiles, mientras la Iglesia Católica es la única instancia, además del sector financiero y las grandes empresas, que se mantiene inmune ante la crisis: ningún recorte en subvenciones, las mismas exenciones fiscales que décadas atrás. En su defensa, siempre alega la labor de Caritas (que todos reconocemos) pero oculta que la financiación de la Iglesia a su labor no llega ni al 3% del presupuesto de Caritas.
En el ámbito de la Educación: Convencidos de que la Escuela debe, no solo transmitir conocimientos, sino propiciar la formación plena del alumno como persona y como ciudadano, pensamos que solo el Estado puede cumplir este cometido, ya que solo él puede garantizar, de forma universal e igualitaria, una escuela pública de calidad para todos. Por ello pensamos que esta tarea no le incumbe directamente a la Iglesia, que no representa al conjunto de la población sino solo a una parte. Y, sin embargo, la Iglesia, a través de diferentes confesiones religiosas, acapara hoy más de 2/3 de los centros educativos no públicos.
Otro anacronismo difícil de entender es la presencia de la religión en la escuela. La educación en la fe religiosa pertenece a otro lugar, y a otros protagonistas: los templos, las sinagogas, las mezquitas, etc. Si hoy pervive es porque los Acuerdos con la Santa Sede garantizan y blindan para la Iglesia, ese dominio ideológico, de las conciencias.
Asimismo, nos parece totalmente irregular que sea el Estado el que pague a los profesores de religión y sean los obispos los que los elijan y los puedan expulsar a su conveniencia, al margen de la normativa que rige para el resto del profesorado.
En el ámbito social y cultural: Desde el ámbito de lo social, los Acuerdos son también contrarios a la lógica democrática, ya que consolidan la casi omnipresencia de la Iglesia Católica en instituciones y espacios que no son los suyos: hospitales, ejércitos, ceremonias civiles, etc. sin olvidar su constante intento de injerencia en las políticas sociales así como en el desarrollo legislativo regulador de los derechos civiles, la moral pública, la investigación, etc. Un poder de coacción moral incompatible con el pluralismo ético y cultural de la sociedad española y con el ejercicio de las libertades que consagra nuestra Constitución.
Por entender que ninguna confesión religiosa ni cosmovisión alguna puede imponer sus códigos morales al conjunto de la sociedad, y que la libertad de conciencia es anterior y superior a la libertad de las organizaciones para difundir sus propias creencias y puntos de vista, reclamamos del Estado un marco jurídico nuevo que garantice el derecho de los ciudadanos a la libertad de conciencia moral, así como el compromiso por consolidar una Ética pública basada en el respeto a los Derechos Humanos y a los principios y valores democráticos recogidos en la Constitución.
En conclusión, Sr. Presidente, Por todos estos motivos, cuyo razonamiento más detallado se ofrece en el documento adjunto, creemos que es cada vez más urgente la denuncia de los Acuerdos con la Santa Sede que deben ser derogados y sustituidos por normas acordes a un Estado democrático de derecho, es decir, con máximo respeto a las libertades civiles de los ciudadanos y bajo los principios de no discriminación y no confesionalidad del Estado.
Atentamente,
Fdo.: Gloria Encinas
Presidenta de "Cristianas y Cristianos de Base de Madrid", en nombre y representación de su Asamblea General.
Madrid, noviembre, 2012

Razones para denunciar los Acuerdos Santa Sede-Estado Español
Estos Acuerdos concordatarios (BOE 03/01/1979) son el principal escollo para la consecución efectiva de un Estado laico, es decir, de verdad aconfesional. Porque van en contra de principios y valores, contenidos en el art. 1 de la Constitución y que son fundamentales, como pueden ser el Principio de Laicidad, el Principio de Igualdad y el Principio de Tolerancia:
1.- Principio de Laicidad:
Se entiende como laicidad del Estado la independencia y separación efectiva entre el Estado y las iglesias, entre los planos secular y religioso. En clave histórica, diríamos que es la autonomía de lo político y civil respecto a lo religioso. Esa separación de esferas afecta tanto al orden económico y político como al doctrinal y moral. En nuestro país dicha autonomía tiene muchas aristas, pues venimos de etapas históricas de plena identificación entre la Iglesia y el Estado. Sobre todo, desde 1978 vivimos en unas coordenadas en las que, según nuestra Constitución, (art. 16.3) el Estado español es aconfesional, es decir, no se adscribe a ninguna confesión religiosa. Ello no quiere decir que sea contrario a la religión, ni que profese varias confesiones a la vez. Significa simplemente que es laico, independiente de todo credo religioso. Estado aconfesional es equivalente a Estado laico. Sin embargo, la Laicidad efectiva, en la sociedad y el Estado, exige una serie de medidas, reivindicadas cada vez más por distintos sectores de la sociedad, que afectan de modo esencial a la Iglesia Católica, dado su estatus preferencial frente a otras confesiones. Un Estado democrático no puede ser confesional, no puede participar de una confesión religiosa particular, porque eso discrimina a los ciudadanos que participan de cualquier otra convicción.
El artículo 16.3 continúa "Los poderes públicos tendrán en cuenta las creencias religiosas de la sociedad española y mantendrán las consiguientes relaciones de cooperación con la Iglesia Católica y las demás confesiones." Es una manifiesta contradicción en los términos del propio artículo. No hay ninguna confesión de carácter estatal; pero expresa un papel reconocido a las creencias religiosas en el ámbito público, que no se reconoce a los demás formas de convicciones. Y la cita expresa de la Iglesia Católica es en sí un privilegio clerical. Una vez más se confunde el sujeto de los derechos fundamentales; que no es la institución Iglesia Católica y otras religiones, sino el de aquellos ciudadanos de creencias religiosas.
La actual situación también colisiona con nuestro marco jurídico constitucional. El contenido y contexto político de los Acuerdos Santa Sede-Estado español representan una herencia manifiesta del Concordato franquista de 1953. De hecho, el primer acuerdo (1976) es netamente pre-constitucional y los otros cuatro, de 1979, -firmados tres días hábiles después de la entrada en vigor de la Constitución- sólo son formalmente post-constitucionales, pero contienen privilegios para la Iglesia Católica que van contra la Constitución. Chocan frontalmente con principios y derechos fundamentales, como el de Igualdad Art. 14; o el de la libertad de Conciencia. Todo ello, convierte en letra muerta el Artículo 9 .2 de la CE: "Corresponde a los poderes públicos promover las condiciones para que la libertad y la igualdad del individuo y de los grupos en que se integra sean reales y efectivas; remover los obstáculos que impidan o dificulten su plenitud y facilitar la participación de todos los ciudadanos en la vida política, económica, cultural y social"
Por respeto a la Constitución y a los derechos fundamentales en ella recogidos, tales Acuerdos. deben ser derogados y sustituido por leyes acordes a un Estado democrático de derecho, es decir, con máximo respeto a las libertades civiles de los ciudadanos y bajo los principios de no discriminación y no confesionalidad del Estado.
Creemos que nuestro desarrollo político exige superar definitivamente la implicación y mutua subordinación de facto, entre el ejercicio de gobernar y la influencia doctrinal religiosa. No son entendibles los residuos de Nacionalcatolicismo que subyacen en, por ej., los "juramentos ante la Biblia" en actos estrictamente políticos o la asistencia oficial de servidores públicos, en cuanto tales, a celebraciones religiosas. Menos aún lo es, la exención a las Confesiones Religiosas de impuestos que son obligatorios para todos los ciudadanos, o el reconocimiento a la Iglesia Católica de competencia jurídica para apropiarse de bienes de carácter público por el mero hecho de no estar registrado.
2.- Principio de igualdad:
La igualdad es el principal principio de la organización de la sociedad política democrática. No hay autentica libertad sin igualdad; y la igualdad sin libertad es un engaño. En España esta consagrada en el artículo 14 de la Constitución de 1979: "Los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social." Y, repetimos, en el 9.2 "Corresponde a los poderes públicos promover las condiciones para que la libertad y la igualdad del individuo y de los grupos en que se integren sean reales y efectivas;..."
Todos sabemos que vivimos en una sociedad caracterizada por el pluralismo y en ella afirmamos que hay condiciones para llevar a la práctica el derecho a la "igualdad" Creemos que es posible armonizar la igualdad de derechos de los ciudadanos con el pluralismo de creencias, concretamente las creencias religiosas. Como es lógico, tenemos presente que el pluralismo de creencias y de valores es un hecho sociológico, en tanto que la igualdad es un derecho fundamental de los ciudadanos, Parece razonable que la conditio sine qua non para que la igualdad sea posible, en una sociedad plural, es que los poderes constitutivos del Estado de Derecho no privilegien a ninguna confesión religiosa sobre las demás. Porque únicamente en una sociedad en la que nadie es privilegiado será posible la "no discriminación". Es evidente que, desde el momento en que una confesión religiosa es favorecida legalmente (o se da pie para que lo sea), los adeptos a esa confesión gozan de unas ventajas que rompen la igualdad de derechos con los demás ciudadanos. Como es lógico, si se privilegia legal o económicamente a la Iglesia católica, inevitablemente los no católicos ateos, agnósticos, indiferentes, quedan en inferioridad de condiciones. Es decir, se establece un principio de desigualdad que es anticonstitucional. Por tanto, con esto queremos decir que toda ley o toda decisión económica que tenga como consecuencia favorecer los intereses legales, económicos, docentes o de cualquier clase de una determinada institución religiosa, anteponiendo esos intereses a los de las demás confesiones, o convicciones filosóficas, introduce en la convivencia de los ciudadanos un principio de discriminación que rompe la igualdad de todos. Lo contrario supondría un principio de discriminación que haría extremadamente difícil la convivencia ciudadana en esta sociedad plural. Esto es lo que está pasando con los Acuerdos Santa Sede-Estado español de enero de 1979.
Por otra parte, la Constitución Española establece con claridad y firmeza la igualdad de derechos y, por tanto, es evidente que, desde el punto de vista constitucional, no privilegia a ninguna confesión religiosa sobre las demás confesiones y convicciones que, de hecho cuentan con seguidores en España. Pero esto es verdad solamente si la situación se analiza a primera vista, es decir, de manera superficial. Porque, como sabe todo el mundo, la religión cristiana ha sido en España, durante siglos, no sólo la religión privilegiada, sino sobre todo la religión única y, en gran medida, se puede decir que ha sido también la religión oficial. Esto es cierto hasta el punto de que el cristianismo ha sido uno de los pilares constitutivos de la cultura occidental. Más aún, esta religión única y, en buena medida, oficial, sigue teniendo su centro organizativo y administrativo en Roma, es decir, en Europa. Y desde Europa ha sido exportada a otros continentes.
Hay que tener en cuenta que las verdades de la religión cristiana y sus normas han sido utilizadas por españoles y europeos para legitimar la colonización, la dominación y el imperialismo de las potencias españolas y muchas europeas, y de la cultura occidental sobre el resto del mundo. Como es lógico, una historia que ha estado marcada de manera tan profunda y con consecuencias tan graves no se puede borrar por la fuerza de unas normas constitucionales, por mucho consenso parlamentario que obtengan en este momento. Porque, al hablar de todo este asunto, estamos ante una cultura de siglos, asumida e integrada en la sangre misma de las ideas más queridas por millones de ciudadanos de España y de toda Europa. En este sentido, parece lógico afirmar que el Parlamento español debe vigilar cuidadosamente para que las verdades y las normas religiosas, que vienen dictando la iglesia católica desde hace siglos, y las que rigen ahora desde 1979, no tengan ningún tratamiento de preferencia en nuestro país. Los españoles y europeos no deberíamos olvidar nunca que tenemos asimiladas las enseñanzas y las normas de nuestra vieja tradición cristiana como algo enteramente lógico y natural, cosa que no es así para los millones de personas que conviven en España y en toda Europa y que proceden de tradiciones culturales y religiosas que poco o nada tienen que ver con el cristianismo.
No olvidemos que, cuando se trata del catolicismo, la pertenencia a una Iglesia multinacional obliga a los católicos a profesar fe y obediencia a una instancia que se escapa al control de los Estados. Porque, aparte de su carácter multinacional, cuando hablamos de la Iglesia católica, estamos hablando, no sólo de una religión, sino además de un Estado. Un Estado que tiene sus embajadores (los Nuncios), sus relaciones diplomáticas internacionales, y que tiene la ventaja de que puede jugar, en el gran juego de la política, con dos barajas: la baraja que usa las cartas marcadas por la ley (concordatos, acuerdos, pactos internacionales...) y la baraja que usa las cartas marcadas por la conciencia, es decir, se sirve (como lo hacen otras religiones) de la presión de los sentimientos de culpa sobre las conciencias de muchos ciudadanos. Lo cual es "jugar con ventaja". Porque, cuando los obispos ven que les conviene, utilizan los procedimientos propios de la diplomacia y los derechos que se derivan de los acuerdos de Estado. Y cuando consideran que es más eficaz actuar como pastores de almas, presionando a las conciencias y sacando a relucir los argumentos y el lenguaje que se deriva del Evangelio.
Por estar convencidos de que ninguna confesión religiosa ni cosmovisión alguna puede imponer su moralidad al conjunto de la sociedad; por entender que la libertad de conciencia es anterior y superior a la libertad de las organizaciones para difundir sus propias creencias y puntos de vista, reclamamos del estado un marco jurídico nuevo que garantice el derecho de los ciudadanos a la libertad de conciencia moral, así como el compromiso por consolidar una Ética pública basada en el respeto a los Derechos Humanos. y a los principios y valores democráticos recogidos en la Constitución.
Ello exige, entre otras prácticas políticas, la promulgación de una nueva Ley de libertad de conciencia y la búsqueda de un consenso social sobre valores democráticos fundamentales a preservar en nuestro ordenamiento jurídico, que superen los atavismos de un Nacionalcatolicismo hace tiempo superado por la sociedad española.
3.- Principio de Tolerancia.
La tolerancia según la "Declaración de Principios sobre la Tolerancia" de la UNESCO de 1995, "consiste en el respeto, la aceptación y el aprecio de la rica diversidad de las culturas de nuestro mundo, de nuestras formas de expresión y medios de ser humanos. La fomentan el conocimiento, la actitud de apertura, la comunicación y la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión. La tolerancia consiste en la armonía en la diferencia. No sólo es un deber moral, sino además una exigencia política y jurídica. La tolerancia, la virtud que hace posible la paz, contribuye a sustituir la cultura de guerra por la cultura de paz".
Advierte la UNESCO que "tolerancia no es lo mismo que concesión, condescendencia o indulgencia. Ante todo, la tolerancia es una actitud activa de reconocimiento de los derechos humanos universales y las libertades fundamentales de los demás. En ningún caso puede utilizarse para justificar el quebrantamiento de estos valores fundamentales. La tolerancia han de practicarla los individuos, los grupos y los Estados".
El principio de tolerancia, como se deduce del documento de la UNESCO, se basa en que todos y todas somos iguales, aunque tengamos distintas creencias, convicciones, y comportamientos. La ciudadanía exige una actitud de aceptarse y soportarse mutuamente en el espacio público de la sociedad que es de todos. La laicidad va muy unida a la tolerancia (que viene del verbo latino tollere que quiere decir soportar, aceptar, tener paciencia) que significa liberar a la política y a la moral de toda tutela religiosa, colocando en su lugar a la razón. Cuando en una sociedad laica se admite el hecho de una inmigración constante de muy distintos países y continentes, esto implica la diversidad de religiones, credos y morales. Entonces, la tolerancia es una llamada a la ciudadanía para llegar a convivir pacíficamente y crecer personalmente. Los problemas vienen de la convivencia ciudadana del día a día, con el otro que es distinto, cuando surgen personas y grupos (los inmigrantes) que ponen en cuestión unos valores y formas de vivir que se consideraban inapelables.
Ese reconocimiento no es una etiqueta de validez, ni de consentimiento. La tolerancia rechaza la imposición dogmática. No admite el planteamiento de los Acuerdos de 1979. Supone el debate de progreso, la crítica, la sátira de las ideas o de otro tipo de características, siempre que éstas no inciten a actos contra las personas que los ostentan y que no lesionen sus derechos. Y mucho menos es un permiso de "todo vale"; no consiente los actos ilegales bajo la excusa de que corresponde a manifestaciones "naturales", tradicionales, intimas de la fe, de orden revelado, de la etnia, de la cultura, de la lengua, de la tradición. "La tolerancia con la intolerancia es también intolerancia."
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Propugnamos el laicismo, entendiendo por tal el pensamiento y la actuación orientados a la consecución y defensa del Estado Laico, de la Laicidad de sus Instituciones y de la actuación consecuente de los Cargos Públicos en el ejercicio de sus funciones. El laicismo es una posición política de reclamación del cumplimiento por parte del Estado de una nota esencial de la democracia y de los Derechos Humanos: la laicidad que es la Igualdad de los Individuos en el Derecho Fundamental a la Libertad de Conciencia.
Aunque somos conscientes de la existencia de un laicismo que, tal vez busca la desaparición social de las religiones, o aquél otro que trata de reducir las creencias y las prácticas religiosas al ámbito de lo estrictamente privado, sin visibilidad en el plano social, decimos que no compartimos ni uno ni otro. Creemos en la libre expresión de cualquier creencia religiosa y de su derecho a expresarse públicamente. Pero, dada nuestra coyuntura, abogamos con más fuerza aún por la separación e independencia real de las religiones y el poder político. Hoy, en España, sigue siendo un reto, urgente por olvidado, el objetivo de instaurar un Estado Laico en una sociedad plural.

domingo, 25 de noviembre de 2012

Las obispas anglicanas


Por Isabel Gómez Acebo

Katharine Jefferts Schori
Obispa Primada de la Iglesia Episcopal
Ha sido negativa la resolución que ha tomado la iglesia anglicana para que las mujeres pudieran ascender al episcopado. Se conocía de antemano que los grupos más conservadores se mostrarían contrarios, pero ha sorprendido el resultado de la votación que se hace dividiendo el total en tres sectores: obispos, sacerdotes y laicos. En los dos primeros, ha habido una mayoría aplastante pero en el grupo de los laicos, no se han alcanzado los dos tercios, porcentaje exigido para que se aprobara la moción.
Parece que los más versados en la Biblia y la teología, que son los obispos y los sacerdotes, han dado el visto bueno porque no considerarían que en los libros sagrados y su reflexión posterior, se dieran las condiciones necesarias para negar el acceso a las mujeres al orden episcopal. Este hecho nos lleva a afirmar que han sido, en teoría, los más ignorantes los culpables del resultado final ¿Qué motivos les han llevado a su negativa? Creo que el machismo, que todavía impera en nuestras sociedades, aunque hoy se oculte y aparezca más larvado, está en el fondo de la cuestión.
Si sorprendente ha sido este resultado más si cabe está siendo la reacción de los políticos británicos. La mayoría se muestra preocupada, y uno de los motivos que esgrimen es que la iglesia perderá adeptos, porque la sociedad no entenderá unas razones que van contra el sentir del mundo moderno que exige un mayor protagonismo femenino. Como le dan un valor a la religión, ya hablan de que se pueda acelerar una nueva votación, para impedir que pasen varios años hasta que se produzca el cambio deseado y no mermen los fieles anglicanos. Mi suegro siempre decía que las cosas caen del lado que se inclinan, hacía excepción de la torre de Pisa, y me parece que las obispas anglicanas en un futuro próximo, están al caer.
Otra noticia me ha llegado a la vez: la excomunión y la obligación de que abandone el sacerdocio y la congregación de Maryknoll, Roy Bourgeois. No conozco la trayectoria de este señor, que parece lleva 45 años trabajando a favor de los pobres y oprimidos de la sociedad y que está a favor de la ordenación femenina en la Iglesia Católica. Presionado para que cambiara su actitud ha respondido que se lo impide su conciencia. Espero que su congregación no le abandone y que le deje vivir amparado bajo sus muros, aunque en condición laical.
Cerraba este post cuando leo que ha sido arrestado el capellán de la cárcel de Milán por prácticas sexuales a los presos, a los que presionaba a cambio de favores. Ninguno era italiano pues escogía a los más indefensos para que su actitud fuera impune. Tengo la impresión de que, tanto este sacerdote como la mayoría que le precedieron, tras un periodo en la cárcel que le impondrá la sociedad civil, seguirá practicando su sacerdocio. Para nuestra Iglesia ¿es más grave seguir a la conciencia en el caso de la ordenación femenina? ¿o no lo es?

jueves, 22 de noviembre de 2012

Su pañuelo en nuestro cuello


Por Koldo Aldai
Será que aún nos queda inocencia. No sé por qué pensaba que las redes sociales sólo servían para acercar, para enlazar, para unir... Nunca pensé que pudieran ser utilizadas para cantar a la muerte, para ensalzar la vida segada. El ejército israelí se vanagloria en las redes sociales de haber acabado con el jefe del brazo armado de Hamas en Gaza. "Eliminated" reza el rótulo junto al rostro duro del miliciano asesinado. Es el aséptico jpg que la poderosa armada ha colgado en la cuenta que tiene en Twiter.
Los de Hamas por su parte se congratulan de haber alcanzado los barrios de Tel Avid con sus últimos cohetes, de haber acabado con civiles inocentes. Esos cohetes tienen ahora más propulsión, llegan más lejos y sangran más. He ahí su progreso: su muerte amenaza las urbanizaciones de la capital que ayer eran en paz. Israel también ha vuelto a matar niños en Gaza. ¿Cuándo el progreso se medirá en niveles de compasión y no de herida y perjuicio al adversario? Estamos en la tierra para ensalzar la vida no para apagarla, tenga ésta el color que sea, palpite a uno u otro lado del "check point", alabe a un Dios con más o menos barba, se exprese en un idioma con más o menos arena y desierto...
¿Qué lleva a un humano a desear tan ansiadamente que se detenga el corazón del otro? La eliminación de un congénere no puede ser nunca un objetivo. Se hunden los pueblos que abanderan tan bajo ideal. El verbo eliminar suena a informática, a archivo destinado a la papelera que tenemos a la derecha de la pantalla. El verbo "eliminar" jamás debiera abandonar la esfera virtual. En las redes sociales el ejército hebreo habla también de eliminar, pero no refiriéndose a iconos digitales que sobran, sino a seres humanos que respiran, tienen alma e hijos.
La última escalada violenta en Gaza no ha hecho más que empezar. ¿Cuánto dolor ha de acumular el ser humano para que traiga ése su debida recompensa de luz y de fraternidad? ¿Cuándo el odio al adversario dejará de ser venenosa y letal herencia que se trasmite de generación en generación? ¿Cuánto sufrimiento para que ningún ser humano sea tratado como archivo que llevamos a la papelera? Ponemos velas por unos y por otros. No podemos salir de la neutralidad en este conflicto armado de Gaza, por más que muchos limoneros florezcan hoy en usurpada tierra palestina. Otra cosa es el apoyo que sí merece la propuesta que en breve llevará la Autoridad Palestina a la ONU y que suscita cierta esperanza, que puede detener los asentamientos judíos ilegales, que abre la posibilidad de una convivencia más pacífica, por lo menos en Cisjordania.
"Aunque sus padres sacaran a los míos de su tierra, el otro también tiene derecho a la vida. Por injusto que a menudo se manifieste, el otro tiene también derecho a gozar de un lugar bajo el sol, a no ser eliminado. Tiene que haber una solución que satisfaga a las partes, tiene que haber una salida que no pase por la destrucción del otro en medio de esta tierra sagrada. A los ojos de un mundo cada vez más cuerdo y cabal, hoy podemos hablar, hoy podemos no matarnos..." Nos tienta esa causa palestina...
El mayor reto de los palestinos, que con todo derecho reclaman Estado propio, es frenar la violencia incontrolada y feroz que sale de sus filas. Necesitamos causas puras para expresar nuestra solidaridad. No nos sirven las que están cubiertas de razones, pero manchadas de sangre. Mientras tanto, lo sentimos, no llame la revuelta violenta a la puerta. La insurrección deberá descargarse de tanto odio y ciego misil. Sólo adhesión a empeños y medios justos y pacíficos, a gentes que no lanzan cohetes indiscriminados. El camino más corto a la nación palestina es el del rostro sin ocultar y el subsuelo sin proyectiles escondidos, es el de la voz limpia y las manos desnudas. Entonces sí vestiremos su pañuelo de noble causa en nuestro cuello.

Mi despedida de Maryknoll


Por el Padre Roy Bourgeois
Este pasado lunes, día 19 de noviembre, se le ha comunicado al Padre Roy Bourgeois, que ha sido excomulgado de la Iglesia Católica por decisión de la Congregación Vaticana para la Doctrina de la Fe, a consecuencia de su decisión de no retractarse en su apoyo a la ordenación de mujeres como sacerdotes. Después de servir durante 40 años a su iglesia, acaba de ser desvinculado de la orden Maryknoll. Fue candidato al Premio Nobel de la Paz en 2009. Ha dedicado su vida por la justicia y la paz de los pueblos de América Latina.
He sido sacerdote católico de la congregación de Maryknoll por 40 años. Cuando era joven, me acerqué a Maryknoll, debido a su trabajo por la justicia y la igualdad en el mundo. Es ahora muy difícil y doloroso ser expulsado de Maryknoll, de su comunidad y del sacerdocio por creer que las mujeres también están llamadas a ser sacerdotes.
El Vaticano y Maryknoll me pueden despedir, pero no pueden desaparecer el tema de la igualdad de género en la Iglesia Católica. La exigencia de igualdad de género tiene sus raíces en la justicia y la dignidad, y estas cosas no van a desaparecer.
Como católicos, profesamos que Dios creó a los hombres y mujeres de igual valor y dignidad. Como sacerdotes, profesamos que la llamada al sacerdocio proviene de Dios, solo de Dios. ¿Cómo podemos nosotros, como hombres, decir que la llamada de Dios que recibimos nosotros es auténtica, pero la llamada de Dios a la mujer no lo es?
La exclusión de las mujeres del sacerdocio es una grave injusticia contra las mujeres y contra nuestra Iglesia ya que nuestro Dios es un Dios de amor que llama a hombres y mujeres a ser sacerdotes.
Frente a una injusticia, el silencio es la voz de la complicidad. Mi conciencia me obligó a romper mi silencio y enfrentar el pecado del sexismo en mi Iglesia. Lo único que lamento es que me tomó tanto tiempo para tomar una posición de cuestionar el poder y la dominación masculina en la Iglesia Católica.
En mi libro "Del Silencio a la Solidaridad" explico con mas detalle mi posición sobre la ordenación de mujeres, y cómo llegué a tener estas convicciones. Para más información, pueden ir a: www.roybourgeoisjourney.org.
En Solidaridad,
Padre Roy Bourgeois

Noticia facilitada por SOAW (School of the Americas Watch), movimiento fundado por Roy Bourgeois a consecuencia del asesinato de los padres jesuitas de la UCA en noviembre de 1989.

miércoles, 21 de noviembre de 2012

Desahuciados


Por José Arregui
¡Por fin!
Cuando el clamor ha desbordado las calles, cuando el Movimiento 15 M ha extendido su indignación imparable, cuando la Plataforma Stop Desahucios se ha expandido a todas las ciudades, cuando la gran mayoría de los partidos políticos minoritarios ya han pedido cambiar la ley, cuando hasta la Conferencia Episcopal Española ha reclamado "que se dé un signo de esperanza a las familias que no pueden hacer frente al pago de sus viviendas y son desahuciadas", cuando el Sindicato Unificado de la Policía y la Ertzaintza y los Mossos han decidido respaldar a los agentes compañeros que fueren penalizados por negarse a colaborar en casos de desahucio, cuando hasta los jueces han protestado contra la actual ley de la hipoteca, cuando Juan Luis Ibarra, presidente del Tribunal Superior de Justicia del País Vasco, refiriéndose a los desahucios, ha asegurado que los jueces "intentan sacar chispas de Justicia" de un derecho "que, a veces, se revela injusto" y ha apelado a "una obediencia pensante" de la legislación (!!!), cuando la propia Banca ha paralizado los desahucios para dos años (eso sí, solamente "en casos extremos", y dicen sin pudor que "por motivos humanitarios"...), cuando tres personas se han quitado la vida antes de que les quitaran una casa donde vivir, cuando Amaia Egaña se ha arrojado por la ventana para no ser arrojada por la puerta (¿llamaremos a eso suicidio o lo llamaremos homicidio?), cuando los desahuciados ya van por las 400.000 personas, ...también el PP y el PSOE, a última hora y de prisa, parecen haberse decidido a buscar alguna solución conjunta al drama creciente de los desahucios.
¡Faltaría que no lo hubieran hecho! Pero más vale tarde que nunca, y se lo reconocemos. Por cierto, no se entiende muy bien por qué no han querido sumar a ese acuerdo a todos los demás partidos que se les han adelantado en el empeño. Tal vez sea porque se les han adelantado, y para recuperar el crédito social perdido.
La cuestión, como tantas otras cuestiones, es compleja y la solución no es fácil. Supongo que si nadie pagara las hipotecas, el abuso se generalizaría. Supongo que si los bancos renunciaran a cobrar todas las hipotecas quedándose con la propiedad de las casas, se colapsaría el sistema bancario (aunque, visto lo visto, no sé si eso sería de lamentar o de celebrar).
La solución no será fácil, porque el problema no son solamente las hipotecas de las casas. El problema es toda la economía, el modelo y el sistema que, sin embargo, parecen empeñados en seguir sosteniendo. Un sistema que puede llevar, como ha llevado, a que la quinta parte de la población no tenga trabajo ni salario (y ¿cómo tendrán casa si no tienen trabajo ni salario?); o a que, solo en el estado español y en pocos meses, se haya echado de sus casas a 400.000 personas, cuando en el estado español hay más viviendas que habitantes y los bancos poseen tantas casas que no saben qué hacer con ellas; o a que el estado vaya a tener que pagar el próximo año 40.000 millones de euros en intereses, muchos de ellos a bancos privados rescatados con dinero público, nuestro dinero...
¿Qué pasa, pues, con esta economía? Que nos digan la verdad, porque no nos harán creer que la causa primera de esta crisis y de todos sus dramas sean los salarios de los trabajadores, seamos los contribuyentes de a pie, la ciudadanía en general. Que reconozcan el mal en su raíz, que salta a la vista: la desregulación del mercado financiero, la especulación incontrolada, la corrupción que afecta a las grandes fortunas (¿cómo es posible que todavía no se haya puesto coto ni tomado medidas para perseguir e impedir los paraísos fiscales, siendo así que circulan en Internet listas con nombres concretos que todos conocemos –empresarios, políticos, políticos empresarios, presidentes y ex-presidentes de gobiernos– que han puesto sus millones a buen recaudo en bancos suizos?).
No habrá solución para los desahucios mientras no haya solución –otra solución muy distinta que la que se está aplicando– para esta economía y sus crisis.
Una moratoria de dos años, que parece ser a lo que llegarán a acordar el PP y el PSOE, no es ciertamente la solución. Ni ahora ni dentro de dos años debe quedar nadie sin casa. NADIE SIN CASA. No un palacio, no una mansión, sino una casa sencilla. Pero una casa. Todos deben tener siempre una casa, y que cambien para ello las leyes que deban cambiar. Somos seres de acogida, seres necesitados de acogida: de ser acogidos y de acoger. Somos seres necesitados de una casa donde sentirnos acogidos y donde poder acoger, igual que necesitamos un pecho donde reclinar la cabeza cada noche.
El salmo bíblico lo dice con inmensa sencillez y belleza: "El gorrión ha encontrado una casa y la golondrina un nido donde colocar sus polluelos" (Sal 84). Hasta los patos, cuya casa es un río, necesitan un nido, muy rudimentario pero nido, un lugar seguro para ocultar e incubar sus huevos hasta que todos los pollitos rompan la cáscara y salgan al mundo y correteen y naden; entonces viene la madre con su nidada nadando alegremente y se instalan en la represa del Narrondo junto al puente, sin hipotecas ni plazos ni miedo a que nadie les desahucie.
A Jesús sí que le desahuciaron, pues ya entonces existían desahucios, porque existían abusos. Jesús tenía casa, una casita muy pobre de madera y adobe, pero se puso del lado de los desahuciados, los hambrientos, los endeudados. Y quiso compartir su suerte y su desgracia. Y se fue, y le echaron. Se desahució, y le desahuciaron. Un día, a alguien que se le acercó diciéndole: "Quiero quedarme contigo, quiero ser como tú", Jesús le advirtió: "Las zorras tienen madrigueras y los pájaros nidos, pero yo no tengo dónde reclinar la cabeza. Soy itinerante, vivo a la intemperie y así viviré, sin patria ni hogar, para que todos y hasta que todos tengan casa, mesa y pan. ¿Quieres venir conmigo?" (Lc 9,58).

El matrimonio homosexual


Por Carlos F. Barberá
La aprobación por el Tribunal Constitucional del matrimonio homosexual ha dado lugar, como era previsible, a manifestaciones contradictorias. La Conferencia Episcopal, por ejemplo, ha afirmado en una declaración que...
"...la legislación actualmente vigente ha redefinido la figura jurídica del matrimonio de tal modo que este ha dejado de ser la unión de un hombre y de una mujer y se ha transformado legalmente en la unión de dos ciudadanos cualesquiera, para los que ahora se reserva en exclusiva el nombre de cónyuges o de consortes. De esta manera se establece una insólita definición legal del matrimonio con exclusión de toda referencia a la diferencia entre el varón y la mujer".
No cabe duda de que es necesario ir haciendo una reflexión sobre una situación ciertamente nueva y que, como tal, no deja de tener múltiples aspectos. Yo querría, pues, aportar algunas consideraciones que afectan a la moral y a la religión.
Ya se sabe que en 1990 la OMS excluyó la homosexualidad de la Clasificación Estadística Internacional de Enfermedades y otros Problemas de Salud. Oficialmente, desde esa fecha las personas homosexuales no son enfermas. Cierto que hay obispos y tratadistas católicos que las consideran como tales y, probablemente con toda buena voluntad, les ofrecen caminos de curación. No caen en la cuenta de que su pretendida oferta de ayuda suena como un insulto.
También Freud diagnosticó que la fe era una especie de neurosis y Robert M. Pirsig afirmó que "cuando una persona sufre de una alucinación se le llama locura. Cuando muchas personas sufren de una alucinación se le llama religión". Sin embargo somos muchos los que no queremos que se nos cure de esa "enfermedad".
Así pues, hay muchas personas -aunque su porcentaje sea menor de lo que se suele afirmar- que comparten la condición homosexual. Según la moral católica, están condenadas a la castidad. Es fácil suponer que, siendo creyentes, podrían argumentar la injusticia de que Dios les haya creado con una capacidad sexual y a la vez la Iglesia establezca la prohibición de usarla.
Razonablemente el recién fallecido cardenal Martini, en la difundida entrevista que hizo poco antes de morir, apoyaba el matrimonio tradicional con todos sus valores y afirmaba estar convencido de que no deba ser puesto en discusión. Pero añadía: "si luego dos personas de sexo distinto o también del mismo sexo ambicionan firmar un pacto para dar una cierta estabilidad a su pareja, ¿por qué queremos absolutamente que no pueda ser?".
Son muchos los que estamos convencidos de que la Iglesia debería revisar urgentemente sus ideas sobre el sexo y las relaciones de pareja. La presencia social del fenómeno gay en las sociedades occidentales podría ser un momento favorable.
Pero para los católicos la cuestión se complica con el uso de la palabra matrimonio, entre otras cosas porque esa institución social constituye para ellos un sacramento, uno de los siete definidos por el Concilio de Trento.
Y la Iglesia ¿no podría introducir en el sacramento del matrimonio el matrimonio homosexual? De hecho lo hizo con otras instituciones. Hoy día es doctrina de la Iglesia que el diaconado pertenece al sacramento del orden. Lo reconoce Pío XII en la Constitución Apostólica Sacramentum Ordinis y sin embargo no siempre fue así. De hecho el nombramiento de los diáconos surgió de una necesidad social -la de atender a los desfavorecidos- y es por tanto una creación de la Iglesia. ¿No podría verse como una nueva necesidad la atención a las parejas homosexuales y la inclusión de sus matrimonios en la categoría de sacramento?
Se dirá que voy muy deprisa y ciertamente es así pero el cambio social nos urge y Dios con él. Y también las decisiones de otras confesiones cristianas, que han llegado a conclusiones distintas a las de la jerarquía católica.
Pero de este modo llegamos a la cuestión de base y es la de qué es un sacramento y por qué existen esos siete. La moderna teología ha superado esa especie de positivismo según el cual un sacramento es lo que la Iglesia dice que es un sacramento y ha buscado el fundamentar los sacramentos en Cristo mismo.
Jesús es el sacramento original, es el lugar privilegiado para el encuentro con Dios. Quien le ve a él ve al Padre. Pero en él hemos conocido que toda la historia es historia de salvación.
Así pues, para una mirada creyente todos los acontecimientos remiten de Dios, todos son lugar de encuentro con Él. Toda realidad tiene, para quien la mira con ojos de fe, una estructura sacramental. San Agustín enumera trescientos cuatro sacramentos; cualquier cristiano puede, repasando su vida y el mundo entorno, enumerar muchos más.
Como escribió Leonardo Boff:
"La fe no crea el sacramento; crea en el hombre la óptica mediante la cual puede percibir la presencia de Dios en las cosas o en la historia. Dios está siempre presente en ellas. El hombre no siempre se percata de ello. La fe le permite vislumbrar a Dios en el mundo y entonces el mundo con sus hechos y cosas se transfigura, es más que mundo; es sacramento de Dios".
A partir del siglo XII, algunos teólogos comenzaron a destacar de entre los cientos de sacramentos, siete gestos primordiales de la Iglesia, que punteaban momentos fundamentales de la vida. Entre ellos el matrimonio, ese momento de una entrega definitiva entre dos personas, basada en el amor. Y cuando ahora se oficializa el mismo compromiso entre dos personas homosexuales ¿no puede ser para la Iglesia un signo del amor de Dios, un sacramento?

Introducir verdad


(Reflexión a Jn. 18, 32-37)
El juicio contra Jesús tuvo lugar probablemente en el palacio en el que residía Pilato cuando acudía a Jerusalén. Allí se encuentran una mañana de abril del año treinta un reo indefenso llamado Jesús y el representante del poderoso sistema imperial de Roma.
El evangelio de Juan relata el dialogo entre ambos. En realidad, más que un interrogatorio, parece un discurso de Jesús para esclarecer algunos temas que interesan mucho al evangelista. En un determinado momento Jesús hace esta solemne proclamación: "Yo para esto he venido al mundo: para ser testigo de la verdad. Todo el que es de la verdad, escucha mi voz".
Esta afirmación recoge un rasgo básico que define la trayectoria profética de Jesús: su voluntad de vivir en la verdad de Dios. Jesús no solo dice la verdad, sino que busca la verdad y solo la verdad de un Dios que quiere un mundo más humano para todos sus hijos e hijas.
Por eso, Jesús habla con autoridad, pero sin falsos autoritarismos. Habla con sinceridad, pero sin dogmatismos. No habla como los fanáticos que tratan de imponer su verdad. Tampoco como los funcionarios que la defienden por obligación aunque no crean en ella. No se siente nunca guardián de la verdad sino testigo.
Jesús no convierte la verdad de Dios en propaganda. No la utiliza en provecho propio sino en defensa de los pobres. No tolera la mentira o el encubrimiento de las injusticias. No soporta las manipulaciones. Jesús se convierte así en "voz de los sin voz, y voz contra los que tienen demasiada voz" (Jon Sobrino).
Esta voz es más necesaria que nunca en esta sociedad atrapada en una grave crisis económica. La ocultación de la verdad es uno de los más firmes presupuestos de la actuación de los grandes poderes financieros y de la gestión política sometida a sus exigencias. Se nos quiere hacer vivir la crisis en la mentira.
Se hace todo lo posible para ocultar la responsabilidad de los principales causantes de la crisis y se ignora de manera perversa el sufrimiento de las víctimas más débiles e indefensas. Es urgente humanizar la crisis poniendo en el centro de atención la verdad de los que sufren y la atención prioritaria a su situación cada vez más grave.
Es la primera verdad exigible a todos si no queremos ser inhumanos. El primer dato previo a todo. No nos podemos acostumbrar a la exclusión social y la desesperanza en que están cayendo los más débiles. Quienes seguimos a Jesús hemos de escuchar su voz y salir instintivamente en su defensa y ayuda. Quien es de la verdad escucha su voz.
José Antonio Pagola

miércoles, 14 de noviembre de 2012

Nadie sabe el día


(Reflexión a Marcos 13, 24-32)
El mejor conocimiento del lenguaje apocalíptico, construido de imágenes y recursos simbólicos para hablar del fin del mundo, nos permite hoy escuchar el mensaje esperanzador de Jesús, sin caer en la tentación de sembrar angustia y terror en las conciencias.
Un día la historia apasionante del ser humano sobre la tierra llegará a su final. Esta es la convicción firme de Jesús. Esta es también la previsión de la ciencia actual. El mundo no es eterno. Esta vida terminará. ¿Qué va a ser de nuestras luchas y trabajos, de nuestros esfuerzos y aspiraciones.
Jesús habla con sobriedad. No quiere alimentar ninguna curiosidad morbosa. Corta de raíz cualquier intento de especular con cálculos, fechas o plazos. "Nadie sabe el día o la hora...,sólo el Padre". Nada de psicosis ante el final. El mundo está en buenas manos. No caminamos hacia el caos. Podemos confiar en Dios, nuestro Creador y Padre.
Desde esta confianza total, Jesús expone su esperanza: la creación actual terminará, pero será para dejar paso a una nueva creación, que tendrá por centro a Cristo resucitado. ¿Es posible creer algo tan grandioso? ¿Podemos hablar así antes de que nada haya ocurrido?  
Jesús recurre a imágenes que todos pueden entender. Un día el sol y la luna que hoy iluminan la tierra y hacen posible la vida, se apagarán. El mundo quedará a oscuras. ¿Se apagará también la historia de la Humanidad? ¿Terminarán así nuestras esperanzas?
Según la versión de Marcos, en medio de esa noche se podrá ver al "Hijo del Hombre", es decir, a Cristo resucitado que vendrá "con gran poder y gloria". Su luz salvadora lo iluminará todo. Él será el centro de un mundo nuevo, el principio de una humanidad renovada para siempre.
Jesús sabe que no es fácil creer en sus palabras. ¿Cómo puede probar que las cosas sucederán así? Con una sencillez sorprendente, invita a vivir esta vida    como una primavera. Todos conocen la experiencia: la vida que parecía muerta durante el invierno comienza a despertar; en las ramas de la higuera brotan de nuevo pequeñas hojas. Todos saben que el verano está cerca.
Esta vida que ahora conocemos es como la primavera. Todavía no es posible cosechar. No podemos obtener logros definitivos. Pero hay pequeños signos de que la vida está en gestación. Nuestros esfuerzos por un mundo mejor no se perderán. Nadie sabe el día, pero Jesús vendrá. Con su venida se desvelará el misterio último de la realidad que los creyentes llamamos Dios.
José Antonio Pagola