lunes, 2 de abril de 2012

V. - El prendimiento (Jn. 18, 3 -11)



Judas no va sólo. Con él acuden soldados, representantes del poder político romano, también guardias, que representan el poder religioso‑social. Son la expresión del odio del mundo que se siente amenazado por Jesús y moviliza todo su poder represivo. Los capitanea el traidor, figura del jefe de este mundo contrario a Jesús.

Dice el texto de Juan (18,4) que "Jesús, entonces, consciente de todo lo que se le venia encima, salió..." Sale del huerto, donde está la vida y con ellos va a entrar en la ciudad, donde dominan ellos, que son agentes de muerte ‑raza de víboras‑ la ciudad que mata a los profetas. Ellos no entran en el ámbito de la vida. Es Jesús el que sale para adentrarse en el imperio de la muerte.

La contraseña dada por el traidor era un beso: "el que yo bese, ese es, detenedlo" (Mt.26, 48). Dice el relato” que lo besó con insistencia". Jesús se sorprendió de que Judas utilizara un beso para entregarlo: "Judas ¿con un beso entregas a este Hombre?"(Lc.22, 48). Un beso era en su cultura una expresión de amistad, Judas lo usa para canalizar hacia Jesús el odio y el poder de la represión de sus enemigos. El beso no es expresión de violencia alguna, aquí sí. Lo besa con insistencia, no con la ternura de la que también es expresión un beso. Jesús no pierde ni la compostura ni la delicadeza para con Judas. Ya en la cena le había invitado al seguimiento dándole un trozo de pan untado para que se asimilara a Él y, ante su negativa, le invita a que cumpla su propósito, sin delatarlo ante los demás discípulos. Sólo comparte la delación con el discípulo amado que está plenamente identificado con Él. Ahora expresa su delicadeza con el traidor llamándole por su nombre y diciéndole amigo: "¡Amigo a lo que has venido (Mt.26, 50)!”

Los evangelistas, casi siempre que lo nombran, añaden "el traidor" o "el que lo había de entregar". Juan suele añadir "porque era ladrón"(Jn 12,6). Esta expresión retrata la figura de Judas. El ha estado con Jesús, era discípulo, pero no ha compartido su vida. En vez de darse a los demás compartiendo, como hace Jesús, su vida, despoja a los demás de lo que tienen, reteniendo para si lo que es de todos, aunque esto cause muerte. Siendo ladrón no es extraño que sea traidor. Se puede estar con Jesús y hasta acompañarle y no ser seguidor. A un seguidor –discípulo-­ se le exige imitar a su maestro e identificarse con él. Judas no fue nunca seguidor, por eso no tiene nada de extraño que entregue a Jesús con un beso.


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