José Antonio Pagola
Jesucristo: Catequesis Cristológicas (F.3)
Si Dios se ha hecho hombre en Jesús, tenemos que decir que Jesús es para nosotros el rostro humano de Dios, es decir, el que nos descubre a Dios con rasgos humanos.
Ese Dios al que nadie ha visto jamás, en Jesús adquiere un rostro humano y se deja ver. Quien ve a Jesús está viendo al Padre (In 14, 9). El Dios silencioso y oculto, cuya última realidad siempre se nos escapa ahora, en Jesús se nos aclara, nos habla y nos dirige su palabra hecha lenguaje humano. El que escucha las palabras de Jesús está escuchando la Palabra del Padre (In 14, 24).
Jesús es la manera humana que tiene Dios de existir y de presentarse ante los hombres. Todo lo que nosotros sabemos de Dios lo conocemos en Jesús y desde Jesús. A través de su vida, sus gestos, su actuación, su mensaje y su muerte en la cruz, descubrimos lo que es Dios para nosotros, cómo reacciona ante el hombre, cómo se interesa por nosotros, cómo busca nuestra salvación.
Uno de nuestros esfuerzos principales como creyentes, debería ser el irnos liberando de ese Dios falso y ambiguo, producto de nuestra imaginación, nuestros sueños, miedos o egoísmos, para ir descubriendo el rostro de Dios en Jesús de Nazaret.
Descubrir en Jesús que Dios es un Padre que ama al hombre desinteresadamente, sin buscar su propia utilidad. Que Dios no es un rival del hombre sino alguien interesado solamente en su liberación y salvación total. Que es alguien que sabe perdonar siempre. Que no busca ser servido sino servir. Que se pone siempre a favor del pobre, del débil, del maltratado, del que necesita ayuda. Que defiende siempre la justicia y la verdad. Que se preocupa de la salud y la felicidad última del hombre, que es capaz de ir hasta la muerte por ser fiel a su voluntad de salvar a la humanidad.
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