martes, 24 de abril de 2012

Aprendiendo a orar (8)


ORAR CON EL EVANGELIO
Hay muchos libros para hacer oración, pero el mejor libro es la Biblia y, dentro de ella, los Evangelios. Este es nuestro libro predilecto.
Por encima de todas las devociones, debemos ser devotos de la Palabra de Dios (que ya sabemos que siempre es también “palabra humana” y por ello requiere preparación y conocimiento).
Sucede, con todo, que orar con los Evangelios exige esfuerzo y cierta disciplina. Pero es fácil conseguirlo. Aquí damos algunas sugerencias.
Orar con los personajes evangélicos de un pasaje.
  Es muy recomendable para asimilar los textos evangélicos, especialmente los que presentan algún personaje además de Jesús, que previamente se han estudiado, analizado o comentado.
  Vale para la oración personal y comunitaria. Después de ponerse en presencia de Dios y solicitar su ayuda para orar bien, se centra uno sobre uno de los personajes del texto. Se puede hacer de la siguiente manera:
  Recrear imaginativamente la escena en cuestión: basta que sea sencilla y me vea dentro de la escena evangélica con Jesús.
  Elegir uno de los personajes de la escena: un apóstol, el paralítico, la mujer encorvada, la gente, los fariseos, el endemoniado… Y meterse dentro del personaje para vivir desde él la escena.
  Dejar que fluyan los acontecimientos viviéndolos desde el personaje: lo que dice o me dice Jesús, el clima que rodea la escena, lo que escucho, lo que siente mi corazón…
  Establecer un diálogo con Jesús: sentir cómo me mira, lo que me dice, le digo,.. siempre escuchando mucho y hablando amistosamente, amorosamente, con El.
  Guardar momentos de silencio, de sólo agradecer y estar con El.
Ya se entiende que el mismo pasaje puede servir para varias oraciones si voy usando los diversos personajes.
Contemplar a Jesús
Se puede y se debe hacer oración con el personaje Jesús. Es decir, meterse dentro de la escena evangélica para ver a Jesús, desde cerca, fijarse, contemplarle, captar sus sentimientos, lo que sentía y movía su corazón, su pasión por el Reino de Dios, etc.
Se procede de la misma manera que antes: se recrea la escena y se sitúa uno al lado de Jesús para escucharle, verle, espiar amistosamente sus gestos, su mirada, su pasión, su dolor, su cariño…
Conviene en este caso, igual que en el anterior, dar mucho juego al corazón y a la voluntad. Y quedarse ratos en silencio: mirando, estando, gozando de que Jesús sea así, nos diga que Dios es de esta manera, ame tanto al ser humano, a mí, deseando parecerme a El, que El me enseñe, me conduzca, me guíe. En definitiva, dejándome amar por El.
Orar con el Evangelio tiene muchas ventajas. Permite asimilar los textos no sólo con la cabeza, sino con el corazón para llevarlos a la vida.
Cada uno debiera ir haciendo suyos textos que le digan mucho, que resuenen dentro de sí y que resultan iluminadores y llenos de luz para la propia vida.
Facilita el conocimiento cordial, amistoso, cercano, de la figura de Jesús. Acercarse al Jesús del Evangelio, con un poco de ayuda y comentarios, permite conocer la figura humana de Jesús en sus diversos registros y en su dimensión que apunta al Misterio. Nos permite tratar con el lado humano del Dios vertido hacia nosotros
oración de Jesús al Padre
Yo te bendigo Padre, Señor del cielo y de la tierra,
porque has ocultado estas cosas a sabios y prudentes
y se las has revelado a los pequeños,
pues tal ha sido tu beneplácito.
Todo me ha sido entregado por mi Padre.
Nadie conoce quién es el Hijo sino el Padre
y nadie conoce quién es el Padre, sino el Hijo
y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.
Dichosos los ojos de los que ven lo que vosotros estáis viendo.
Lc. 10, 21-24

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