LECTIO DIVINA (08-02-2012)
Marcos 1, 40-45.
– Si quieres, puedes limpiarme de mi enfermedad.
Jesús tuvo compasión de él, le tocó con la mano y dijo:
– Quiero. ¡Queda limpio!
Al momento se le quitó la lepra y quedó limpio. Jesús lo despidió en seguida, recomendándole mucho:
– Mira, no se lo digas a nadie. Pero ve, preséntate al sacerdote y lleva por tu purificación la ofrenda ordenada por Moisés; así sabrán todos que ya estás limpio de tu enfermedad.
Sin embargo, en cuanto se fue, comenzó a contar a todos lo que había pasado. Por eso, Jesús ya no podía entrar abiertamente en ningún pueblo, sino que se quedaba fuera, en lugares donde no había nadie; pero de todas partes acudían a verle.
Otras lecturas: Levítico 13.1-2, 44-46; Salmo 32.1-2,5, 11; 1 Corintios 10.31-11.
LECTIO
En la actualidad la lepra es curable, pero en tiempos de Jesús no tenía ni medicina ni curación: la lepra llevaba consigo una sentencia de muerte para quien padecía.
Cualquiera que parecía sufrir la lepra era considerado una persona contagiosa y se le alejaba de su familia, de sus amigos, de su hogar y su trabajo. Se vía obligado a vivir en lugares aislados y este problema social causaba enorme sufrimiento tanto para los leprosos como para sus familias.
Las personas con lepra ya no podían participar en las actividades religiosas del templo o la sinagoga porque eran ritualmente impuras. De hecho si eras leproso estabas muerto para tu familia y para la sociedad. Solamente la declaración de liberación de la enfermedad pronunciada por el sacerdote podía abrirse las puertas para reincorporarse a la sociedad.
No sabemos si Jesús se acerco a este hombre intencionadamente; parece que estaban a solas cuando se encontraron. El leproso pronunció a la vez un ruego conmovedor y una profesión de fe. “Si quieres, puedes limpiarme”.
Jesús no dudó. Le tocó y le dijo: ¡Queda limpio!. Al instante, el hombre quedó curado. Como Judío piadoso, Jesús le dijo al hombre que hiciera lo que mandaba en aquellas circunstancias la ley de Moisés: ir a ver al sacerdote (Levítico 14.2-32)
También le ordenó que no le contara a nadie su curación. Pero el leproso no pudo contenerse, no hizo caso de lo que había dicho Jesús y le contó a todo el mundo su curación. Por eso, las gentes comenzaron a buscar a Jesús; hasta tal punto, que ya no podía entrar abiertamente en ningún pueblo. Tenía que quedarse en descampado.
MEDITATIO
■ El hombre tenía fe. fue curado milagrosamente, pero desobedeció a Jesús. ¿Por qué crees que lo hizo?.
■ Jesús tiene un mensaje para el leproso y para todos nosotros: ¿Cual crees que es?.
■ Todo lo que rodeaba a los leprosos ponía de manifiesto su marginación. Incluso tenían que gritar “impuro” cuando había gente a su alrededor. ¿Como respondes a quienes se considera “marginados” en tu iglesia, o ciudad?
ORATIO
Al leproso no le dio miedo pedir lo que parecía imposible. La fe le empujó hacia Jesús. Lucas 1,37 dice que ”para Dios no hay nada imposible”. Repite esta frase en tu interior varias veces. Pídele a Dios que aumente tu fe en él.
Jesús se siente movido por la misericordia y reacciona inmediatamente. Pídele a Dios que te enseñe a dar una respuesta a los necesitados.
COMTEMPLATIO
La primera lectura explica las instrucciones sobre las enfermedades de la piel (levítico 13,1-2, 44-46). El futuro para los aquejados de la temida enfermedad de la piel era muy sombrío. La fe, junto a su acción, llevó a aquel hombre a tender sus manos a Jesús con una sencilla oración. ¿Cómo pones en acción tu fe?.
En la segunda lectura (1 Corintios 10,31-11,1) Pablo nos anima a seguir el ejemplo de Jesús. Esto significa pensar en los que tiene creencias distintas a las nuestras para que también ellos también ellos encuentren a Jesús.
Lectio Divina de la Sociedad Bíblica España
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