Cuando suba al altar, cuando yo sienta
el suave son del órgano armonioso,
y entre nubes de incienso vaporoso
se eleve el alma en la plegaria atenta.
En el instante de la ofrenda incruenta,
cuando feliz me incline tembloroso,
y el divino conjuro misterioso
la voz pronuncie conmovida y lenta.
En ese instante de ardoroso encanto,
de fe transida y silencioso llanto,
¡qué sentirá mi corazón aleve
cuando implorando amor que lo sostenga,
entre mis manos, mi Jesús, te tenga,
y entre mis manos, mi Jesús, te eleve!
Juan Alberto de los Cármenes
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