martes, 23 de agosto de 2011

El sueño, hermano de la muerte

El sueño, hermano de la muerte,
a su descanso nos convida;
y por nosotros se desvela,
del enemigo nos defiende
y, mientras dormimos, nos vela.

Te ofrecemos, humildemente,
dolor, trabajo y alegría;
nuestra plegaria balbuciente:
"Gracias, Señor, por este día".
 
Recibe, Padre, la alabanza
del corazón que en ti confía
y alimenta nuestra esperanza
de amanecer a tu gran día.

Gloria a Dios Padre, que nos hizo,
gloria a Dios Hijo Salvador,
gloria al Espíritu divino:
tres Personas y un solo Dios.
 

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