¿Hasta cuándo, Señor, en este olvido,
cárcel del alma, viviré? ¿Hasta cuándo
tu dulce rostro me estarán celando
la noche y las tinieblas del sentido?
¿Hasta cuándo, en las sombras oprimido,
con crudas ansias te andaré buscando,
mientras escucho el implacable bando
y de sus flechas el mortal silbido?
¡Mira y óyeme, oh Dios! Triste y herido
de amor y muerte, en las tinieblas ando
de la noche sin luz, desfallecido.
Pájaro ciego, errante y perseguido
que busca ansioso de tu pecho blando
las suaves plumas y el calor del nido.
Ricardo León
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