sábado, 6 de agosto de 2011

Dómine, ut videam


            I
"Mi Vida, mi Verdad y mi Camino…"
Yo sé bien que eres Tú. Pero te busco
y ¡en qué mirajes la mirada ofusco,
o en qué negrura el paso desatino…!

Sin duda es verde aún la pobre rama
que en tu divino fuego arder quisiera,
y airado la separas de la hoguera
porque indigna la juzgas de tu llama

No sé, no sé, Señor, a dónde llego
corriendo tras tu sombra… En cualquier parte,
buscándote me angustio y extermino.

¡Dame, Señor, la mano, que soy ciego!
Ponme en la senda donde pueda hallarte:
¡Mi vida, mi Verdad y mi Camino!


            II
Ya me maté a mí mismo, pues no quiero
con hombre nada y en Ti sólo fío,
y a tu infinita caridad confío
cuanto sólo de Ti, Señor, espero.

Sólo contigo familiar sería
si Tú me hablaras… Y ¡qué humildemente
sin guardar nada, corazón y mente,
si los quisieras Tú, te entregaría!

Tómamelos, mi bien, que esta jornada
correr, de todo peso libre, ansío,
porque en Tu Gracia pronto se concluya…!

Yo sé de sobra que no valen nada.
mas, pues dejé mi voluntad, Dios mío,
hazme saber al fin cuál es la Tuya.


            III
¡Gracia, gracia, Señor, que el amor quiere
yo todo tuyo, mas Tú todo mío…!
Porque la mar lo espera corre el río.
Y a los besos del sol la rosa muere.

Amor, que a toda gloria se prefiere,
la muerte vence, mas no vence el frío…
Eco no halla la voz en el vacío.
No viva, Rey del alma, quien no espere.

Mas, si a vivir amando me destinas,
da pan al hambre mía, aunque sea poco;
agua a la sed en que me ves deshecho.

¡Del alma en sombras a las hondas minas
un rayito de sol…! -Y, Él: "Calla, loco,
siempre el amor acaba satisfecho!"

Manuel Machado



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