domingo, 7 de agosto de 2011

De un pecador arrepentido


Cobarde llego a vuestra real presencia,
aunque culpados dicen que acaricia,
temblando, ¡ay Dios!, si la he de hallar propicia
por ser envejecida mi dolencia.

Llego, viéndoos con brazos de clemencia,
temo, viéndoos con vara de justicia,
huyo de vos a vos en mi malicia
y apelo a vos de vos de la sentencia.

Para que me convierta, convertidme;
porque no huya, a vuestros pies clavadme,
y pues herido estáis, Señor, heridme.

Oveja vuestra soy, pastor, buscadme;
pródigo vuelvo, Padre, recibidme,
y pues que sois Jesús, ¡Jesús, salvadme!

José de Valdivieso (1560-1638)



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