viernes, 5 de agosto de 2011

Temores en el favor

 

Cuando en mis manos, Rey eterno, os miro,

y la cándida víctima levanto,

de mi atrevida indignidad me espanto,

y la piedad de vuestro pecho admiro.
 
Tal vez el alma con temor retiro,

tal vez la doy al amoroso llanto;

que, arrepentido de ofenderos tanto,

con ansias temo y con dolor suspiro.
 
Volved los ojos a mirarme humanos;

que por las sendas de mi error siniestras

me despenaron pensamientos vanos.
 
No sean tantas las miserias nuestras

que a quien os tuvo en sus indignas manos

vos le dejéis de las divinas vuestras.
 
Lope de Vega

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