Me postro humildemente en tu presencia,
me muestro cual me siento: derrotado,
consciente de mi nada. Acongojado
pretendo absolución a mi conciencia.
No busco, mi Señor, tu complacencia,
ni busco en ti consuelo regalado.
Tan solo aspiro a verme perdonado,
volver a ti contrito con tu anuencia.
Si por contarle a un hombre mi pecado
voy a obtener perdón a mis ofensas,
lo contaré, Señor, y detallado.
Si por echar en tierra mis defensas
a mi interior serás recuperado,
las echaré, pues Tú bien lo compensas.
Teófilo Amores
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