José divino, pues que Cristo pobre
padre os quiso llamar desde el pesebre,
¿quién duda que en los cielos os requiebre
y honor y gloria como a padre os sobre?
¿Quién duda que milagros por vos obre
y cuando algún devoto vuestro quiebre,
quién sino vos hará que se celebre
el llanto de su culpa y gracia cobre?
Porque si tantos años de costumbre
tuviste de aplacar la sed y hambre
a Dios del cielo en cuanto al ser de hombre,
claro está que gozando allá su cumbre,
los serafines en copioso enjambre
os cantarán tal gala y tal renombre.
Francisco de Jesús
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