domingo, 3 de julio de 2011

CON EL YUGO DE JESÚS

LECTIO DIVINA     (03-07-2011)

Mateo 11:25-30

En aquel tiempo, tomando Jesús la palabra, dijo: «Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes, y se las has revelado a pequeños. Sí, Padre, pues tal ha sido tu beneplácito.

Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce bien al Hijo sino el Padre, ni al Padre le conoce bien nadie sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar. Venid a mí todos los que estáis fatigados y sobrecargados, y yo os daré descanso. Tomad sobre vosotros mi yugo, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es suave y mi carga ligera.»

Otras Lecturas: Zacarías 9:9-10; Salmo 145: 1-2, 8-11, 13-14; Romanos 8:9, 11-13

LECTIO:

A pesar de su brevedad, este pasaje contiene tres partes distintas: los versículos 25-26, el 27, y los 28-30. Nadie lo sabe con certeza, pero es probable que Mateo reuniera estas palabras de Jesús en un mismo pasaje para destacar una única idea. Quería que viéramos la profunda relación de Jesús con Dios Padre y con los creyentes.

La primera parte (versículos 25-26) es una oración de Jesús para dar gracias a su Padre, ‘Señor del cielo y de la tierra’. La expresión ‘cielo y tierra’ se utiliza para abarcar a la creación entera. Por eso, el señorío de Dios es absoluto y se extiende sobre todo el universo.

Esta descripción de Dios sirve perfectamente para lo que se propone Jesús. Aparece poco después de haberse referido a los incrédulos que se niegan a creer en él o en su ministerio (versículos 20-24). Dice de ellos que no podrán elevarse al cielo. En otras palabras, sólo se puede entrar al cielo creyendo en él.

La fe en Dios es un don revelado por Dios mismo. No se basa en nuestra instrucción ni en nuestra capacidad de aprendizaje. Las personas sin estudios pueden creer en Dios mientras que aquellos a quienes se considera sabios o entendidos pueden ser unos perfectos ignorantes en lo que respecta a Dios.

El siguiente versículo expresa la relación extraordinaria que existe entre Dios Padre y Jesús, Dios Hijo. El conocimiento que tiene el uno del otro es perfecto. Además, el Padre le ha entregado todas las cosas a Jesús. Si en la primera parte era el Padre quien revelaba cosas, en esta es Jesús quien revela al Padre. Jesús declara que el conocimiento del Padre depende por completo del Hijo. Y es Jesús quien escoge a aquellos con quienes quiere compartir ese conocimiento: otorgar ese don le corresponde a él. Y nadie puede aspirar a alcanzar ese conocimiento sin la ayuda de Jesús para comprender o conocer al Padre.

En la tercera parte (versículos 28-30) Jesús invita a cuantos están ‘cansados y agobiados’ por sus cargas a que acudan a él porque es él quien les ofrece descanso. Les invita a cargar con su yugo.

El yugo simboliza la doctrina que imparte un maestro a sus discípulos. Los yugos ‘físicos’ se utilizaban, como es natural, para asegurarse de que dos animales trabajaban juntos bajo la dirección de su dueño. La imagen también transmite la idea de que Jesús es quien dirige y que los discípulos tienen que seguir sus instrucciones. Pero Jesús promete que los conducirá con humildad y dulzura, y que su carga será ligera.

MEDITATIO:

¿Qué es lo que más te impresiona de estos versículos?

¿Has aceptado el ‘yugo’ de seguir a Jesús? ¿Lo encuentras ligero y llevadero?

¿Has encontrado tu descanso siguiendo a Jesús?

¿Qué ejemplos se te ocurren que puedan demostrar la mansedumbre y la humildad de Jesús?

Piensa en el terrible poder de Dios: es el Señor del cielo y de la tierra. ¿Cómo respondes a esto?

ORATIO:

Utiliza las palabras del Salmo 145 para dar gracias y alabanza a Dios por su compasión, misericordia y fidelidad.

Puede que hayas alcanzado el conocimiento del Padre mediante la meditación. Pero tal vez puedas descubrir algún aspecto del que querrías entender más. Pídele a Dios que te ayude a comprender y te conceda la gracia de atraerte más hacia él.

CONTEMPLATIO:

‘Pero vosotros ya no vivís conforme a tales deseos, sino conforme al Espíritu…’ Romanos 8:9

Si seguimos a Jesús, él nos concede el Espíritu Santo para que vivamos en obediencia bajo el yugo de Jesús. Profundiza en tu meditación sobre Mateo 11:27-30. Deja que sus palabras penetren en tu corazón y pídele al Espíritu Santo que te hable y te guíe.

Lectio Divina de la Sociedad Bíblica España

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