LECTIO DIVINA (17-07-2011)
Mateo 13:24-43
En aquel tiempo, Jesús propuso esta parábola a la gente:
- El Reino de los Cielos se parece a un hombre que sembró buena semilla en su campo; pero, mientras la gente dormía, un enemigo fue y sembró cizaña en medio del trigo y se marchó. Cuando empezaba a verdear y se formaba la espiga apareció también la cizaña. Entonces fueron los criados a decirle al amo:
- Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿De dónde sale la cizaña?
El les dijo:
- Un enemigo lo ha hecho.
Los criados le preguntaron:
- ¿Quieres que vayamos a arrancarla?
Pero él les respondió:
- No, que podríais arrancar también el trigo. Dejadlos crecer juntos hasta la siega, y cuando llegue la siega diré a los segadores:
-Arrancad primero la cizaña y atadla en gavillas para quemarla, y el trigo almacenadlo en mi granero.
Les propuso esta otra parábola:
El Reino de los Cielos se parece a un grano de mostaza que uno siembra en su huerta; aunque es la más pequeña de las semillas, cuando crece es más alta que las hortalizas; se hace un arbusto más alto que las hortalizas y vienen los pájaros a anidar en sus ramas.
Les dijo otra parábola:
El Reino de los Cielos se parece a la levadura; una mujer la amasa con tres medidas de harina y basta para que todo fermente.
Jesús expuso todo esto a la gente en parábolas y sin parábolas no les exponía nada. Así se cumplió el oráculo del profeta:«Abriré mi boca diciendo parábolas; anunciaré lo secreto desde la fundación del mundo.»
Luego dejó a la gente y se fue a casa. Los discípulos se le acercaron a decirle:
-Acláranos la parábola de la cizaña en el campo.
El les contestó:
-El que siembra la buena semilla es el Hijo del Hombre; el campo es el mundo; la buena semilla son los ciudadanos del Reino; la cizaña son los partidarios del Maligno; el enemigo que la siembra es el diablo; la cosecha es el fin del tiempo, y los segadores los ángeles.
Lo mismo que se arranca la cizaña y se quema, así será el fin del tiempo: el Hijo del Hombre enviará a sus ángeles, y arrancarán de su Reino a todos los corruptores y malvados y los arrojarán al horno encendido; allí será el llanto y el rechinar de dientes. Entonces los justos brillarán como el sol en el Reino de su Padre. El que tenga oídos, que oiga.
Otras Lecturas: Sabiduría 12:13, 16-19; Salmo 85:5-6, 9-10, 15-16; Romanos 8:26-27
LECTIO:
Es muy importante la interpretación que hace Jesús de esta parábola. En este caso, las semillas no son la ‘palabra de Dios’ de la segunda parábola del sembrador (Mateo 13:1-19). Aquí Jesús está hablando sobre la comunidad eclesial, el pueblo de Dios en medio del mundo, aunque a primera vista las dos parábolas resulten parecidas.
A quienes intentan vivir tal como él les manda, Jesús los llama ‘los que son del reino’. En medio de ellos se esconden ‘los que son del maligno’. En otras palabras, quienes no obedecen a Dios, sino que dejan que sea el Diablo quien dirija sus vidas.
Los labradores quieren arrancar la mala hierba inmediatamente, pero el dueño les ordena que esperen hasta la época de la cosecha. De la misma manera, nosotros, como miembros de la iglesia, deberíamos evitar juzgarnos los unos a los otros. El juicio le pertenece al Hijo del hombre: él es el único que distingue entre unas simientes y otras.
Mientras tanto, las buenas semillas tienen tiempo para crecer y madurar hasta el tiempo de la siega, aunque ‘la mala hierba’ pueda ser un obstáculo. Jesús se niega a intervenir hasta el momento de la cosecha, es decir, el fi n del mundo.
Hay aquí una advertencia para quienes frecuentan la iglesia pero en realidad no siguen a Jesús. Todos nosotros debemos estar alerta y vivir nuestras vidas en obediencia a Jesús. Cada uno tendrá que rendir cuentas de su propia vida el día del juicio.
MEDITATIO:
■ ¿Qué importancia tiene esta parábola para tu vida espiritual?
■ ¿Qué puedes aprender aquí de las enseñanzas de Jesús?
■ ¿Cuál es tu respuesta?
ORATIO:
‘De igual manera, el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad. Porque no sabemos orar como es debido, pero el Espíritu mismo ruega a Dios por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras.’ Romanos 8:26
Todos nosotros necesitamos la ayuda de Dios para poder seguirle, y este versículo nos anima, ya que el Espíritu Santo está intercediendo por nosotros. Responde a Dios en la oración. Puede que desees orar diciendo: ‘Señor, dame la gracia de escuchar tu voz que me llama a una vida de fe más profunda’.
CONTEMPLATIO:
Lee el Salmo 86 y medita en torno a la grandeza y la misericordia de Dios.
Lectio Divina de la Sociedad Bíblica España
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