lunes, 4 de julio de 2011

DAR FRUTO

LECTIO DIVINA (10-07-2011)

Mateo 13:1-23

Aquel día, salió Jesús de casa y se sentó a orillas del mar. Y se reunió tanta gente junto a él, que hubo de subir a sentarse en una barca, y toda la gente quedaba en la ribera. Y les habló muchas cosas en parábolas. Decía:


Una vez salió un sembrador a sembrar. Y al sembrar, unas semillas cayeron a lo largo del camino; vinieron las aves y se las comieron. Otras cayeron en pedregal, donde no tenían mucha tierra, y brotaron enseguida por no tener hondura de tierra; pero en cuanto salió el sol se agostaron y, por no tener raíz, se secaron. Otras cayeron entre abrojos; crecieron los abrojos y las ahogaron. Otras cayeron en tierra buena y dieron fruto, una ciento, otra sesenta, otra treinta. El que tenga oídos, que oiga.

Y acercándose los discípulos le dijeron:

¿Por qué les hablas en parábolas?

El les respondió:

Es que a vosotros se os ha dado el conocer los misterios del Reino de los Cielos, pero a ellos no. Porque a quien tiene se le dará y le sobrará; pero a quien no tiene, aun lo que tiene se le quitará. Por eso les hablo en parábolas, porque viendo no ven, y oyendo no oyen ni entienden. En ellos se cumple la profecía de Isaías: Oír, oiréis, pero no entenderéis, mirar, miraréis, pero no veréis. Porque se ha embotado el corazón de este pueblo, han hecho duros sus oídos, y sus ojos han cerrado; no sea que vean con sus ojos, con sus oídos oigan, con su corazón entiendan y se conviertan, y yo los sane.

¡Pero dichosos vuestros ojos, porque ven, y vuestros oídos, porque oyen! Pues os aseguro que muchos profetas y justos desearon ver lo que vosotros veis, pero no lo vieron, y oír lo que vosotros oís, pero no lo oyeron.

Vosotros, pues, escuchad la parábola del sembrador. Sucede a todo el que oye la Palabra del Reino y no la comprende, que viene el Maligno y arrebata lo sembrado en su corazón: éste es el que fue sembrado a lo largo del camino. El que fue sembrado en pedregal, es el que oye la Palabra, y al punto la recibe con alegría; pero no tiene raíz en sí mismo, sino que es inconstante y, cuando se presenta una tribulación o persecución por causa de la Palabra, sucumbe enseguida. El que fue sembrado entre los abrojos, es el que oye la Palabra, pero las preocupaciones del mundo y la seducción de las riquezas ahogan la Palabra, y queda sin fruto. Pero el que fue sembrado en tierra buena, es el que oye la Palabra y la comprende: éste sí que da fruto y produce, uno ciento, otro sesenta, otro treinta.


Otras Lecturas: Isaías 55:10-11; Salmo 65:9-13; Romanos 8:18-23

LECTIO:

Con frecuencia Jesús usaba parábolas, o breves relatos, para enseñar verdades profundas sobre Dios. Basaba sus parábolas en experiencias humanas cotidianas, y se refría a realidades con las que estaban familiarizados sus oyentes. Lo normal es que las parábolas tuviesen un ‘argumento’ sencillo y un único mensaje.

En nuestro texto de hoy, Jesús pinta una viva imagen del sembrador y sus semillas.  Cada una de las situaciones descritas en esta parábola tiene un significado preciso. La parábola versa sobre cómo reciben la palabra de Dios diversos tipos de personas y la cosecha que se produce en cada caso.
Jesús compara a las personas con cuatro tipos de terrenos. Tres de los cuatro grupos de personas mencionadas por Jesús no permiten que la palabra de Dios produzca el fruto deseado por Dios. Las razones son diversa, pero el resultado es en definitiva el mismo. Aunque todos reciben el mensaje, no dejan que eche raíces en ellos.

Solo un grupo de personas, ‘la buena tierra’, es fecundo. Otros tipos de personas distintas producen diversas cantidades de fruto, pero sólo este grupo es realmente fecundo.

La responsabilidad del sembrador consiste en sembrar la semilla. El sembrador no sabe con qué abundancia llegará la cosecha: sólo Dios lo sabe.

MEDITATIO:

¿Cómo respondes a la palabra de Dios? De los cuatro tipos de terreno, ¿cuál crees que te describe mejor? ¿Cómo te sientes en ese sentido?

‘La semilla que cayó en buena tierra representa a las personas que con corazón bueno y dispuesto oyen el mensaje y lo guardan, y permaneciendo firmes dan una buena cosecha.’ Lucas 8:15. ¿Nos ayuda la descripción de la buena tierra que hace Lucas para entender mejor el pasaje? ¿Qué podemos aprender de este versículo?

Piensa de qué manera podrías dar más fruto en tu vida.

ORATIO:

Reflexiona sobre la escritura y respóndele a Dios humildemente en la oración. Pídele que te conceda audacia y te muestre ocasiones concretas para compartir tu fe.

CONTEMPLATIO:

La misión de tu párroco o pastor te llega gracias a su propia entrega personal. ¿De qué manera ha influido en ti su ministerio? ¿Qué has ignorado o rechazado que pueda estar reduciendo el fruto que podrías dar? ¿Qué puede cambiar tu actitud respecto a su ministerio en las próximas semanas o meses?

Lectio Divina de la Sociedad Bíblica España


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