Por Koldo Aldai
Será
que aún nos queda inocencia. No sé por qué pensaba que las redes sociales sólo
servían para acercar, para enlazar, para unir... Nunca pensé que pudieran ser
utilizadas para cantar a la muerte, para ensalzar la vida segada. El ejército
israelí se vanagloria en las redes sociales de haber acabado con el jefe del
brazo armado de Hamas en Gaza. "Eliminated" reza el rótulo junto al
rostro duro del miliciano asesinado. Es el aséptico jpg que la poderosa armada
ha colgado en la cuenta que tiene en Twiter.
Los
de Hamas por su parte se congratulan de haber alcanzado los barrios de Tel Avid
con sus últimos cohetes, de haber acabado con civiles inocentes. Esos cohetes
tienen ahora más propulsión, llegan más lejos y sangran más. He ahí su
progreso: su muerte amenaza las urbanizaciones de la capital que ayer eran en
paz. Israel también ha vuelto a matar niños en Gaza. ¿Cuándo el progreso se
medirá en niveles de compasión y no de herida y perjuicio al adversario?
Estamos en la tierra para ensalzar la vida no para apagarla, tenga ésta el
color que sea, palpite a uno u otro lado del "check point", alabe a
un Dios con más o menos barba, se exprese en un idioma con más o menos arena y
desierto...
¿Qué
lleva a un humano a desear tan ansiadamente que se detenga el corazón del otro?
La eliminación de un congénere no puede ser nunca un objetivo. Se hunden los
pueblos que abanderan tan bajo ideal. El verbo eliminar suena a informática, a
archivo destinado a la papelera que tenemos a la derecha de la pantalla. El
verbo "eliminar" jamás debiera abandonar la esfera virtual. En las
redes sociales el ejército hebreo habla también de eliminar, pero no
refiriéndose a iconos digitales que sobran, sino a seres humanos que respiran,
tienen alma e hijos.
La
última escalada violenta en Gaza no ha hecho más que empezar. ¿Cuánto dolor ha
de acumular el ser humano para que traiga ése su debida recompensa de luz y de
fraternidad? ¿Cuándo el odio al adversario dejará de ser venenosa y letal
herencia que se trasmite de generación en generación? ¿Cuánto sufrimiento para
que ningún ser humano sea tratado como archivo que llevamos a la papelera?
Ponemos velas por unos y por otros. No podemos salir de la neutralidad en este
conflicto armado de Gaza, por más que muchos limoneros florezcan hoy en
usurpada tierra palestina. Otra cosa es el apoyo que sí merece la propuesta que
en breve llevará la Autoridad Palestina a la ONU y que suscita cierta
esperanza, que puede detener los asentamientos judíos ilegales, que abre la
posibilidad de una convivencia más pacífica, por lo menos en Cisjordania.
"Aunque
sus padres sacaran a los míos de su tierra, el otro también tiene derecho a la
vida. Por injusto que a menudo se manifieste, el otro tiene también derecho a
gozar de un lugar bajo el sol, a no ser eliminado. Tiene que haber una solución
que satisfaga a las partes, tiene que haber una salida que no pase por la
destrucción del otro en medio de esta tierra sagrada. A los ojos de un mundo
cada vez más cuerdo y cabal, hoy podemos hablar, hoy podemos no
matarnos..." Nos tienta esa causa palestina...
El
mayor reto de los palestinos, que con todo derecho reclaman Estado propio, es
frenar la violencia incontrolada y feroz que sale de sus filas. Necesitamos
causas puras para expresar nuestra solidaridad. No nos sirven las que están
cubiertas de razones, pero manchadas de sangre. Mientras tanto, lo sentimos, no
llame la revuelta violenta a la puerta. La insurrección deberá descargarse de
tanto odio y ciego misil. Sólo adhesión a empeños y medios justos y pacíficos,
a gentes que no lanzan cohetes indiscriminados. El camino más corto a la nación
palestina es el del rostro sin ocultar y el subsuelo sin proyectiles
escondidos, es el de la voz limpia y las manos desnudas. Entonces sí vestiremos
su pañuelo de noble causa en nuestro cuello.
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