Por José Arregui
No, la bondad
no necesita ningún por qué, ningún argumento que lo justifique.
Respeta,
compadece, comparte, cuida. Hazlo por tu bien y por el bien de todos los seres.
Pero no lo hagas porque esté escrito o mandado, sino porque es tu ser y sale de
tus entrañas. Hazlo y serás más feliz, pero no lo hagas para ser feliz.
Si quieres ser
bueno por no ir al infierno o para ir al cielo, por evitar censuras o para
obtener aplausos, tal vez llegarás a vivir tranquilo, sin miedo fundado al
infierno, o con esperanza razonable del cielo, pero no alcanzarás la paz
verdadera, más allá del temor y la esperanza. Claro que el temor y la esperanza
nos mueven a todos, y por eso mismo no somos mejores de lo que somos. Pero
podemos serlo.
Si quieres ser
bueno porque así te lo enseñaron, no te bastará. Hicieron muy bien los que así
te enseñaron, pero tu bondad última no depende de que te lo enseñaran. Claro
que no podríamos ser buenos si nadie nos educara, pero no lo seremos porque nos
hayan educado. La enseñanza es una condición de la bondad, no es su razón de
ser.
Oigo a menudo a
hombres de Iglesia que el mundo de hoy es tan malo (con tanto matrimonio
homosexual y tanto divorcio y tanta permisividad para el aborto y la eutanasia)
porque ha dejado de creer en Dios. Pero ¿acaso el mundo de hoy es peor que el
de ayer, cuando reyes y caudillos cristianos se hacían la guerra u organizaban
cruzadas o sostenían la Inquisición o conquistaban tierras o explotaban
esclavos o sostenían dictaduras en nombre de Dios y de la verdadera religión?
¿Acaso entre quienes no creen en el "dios" que imaginamos y
predicamos hay menos respeto, solidaridad y ternura, o hay más injusticia,
codicia, orgullo, fraude y violencia de todo género que entre quienes dicen
creer en Dios? El pasado y el presente demuestran que no. Y la parábola del
buen samaritano y otras enseñanzas de Jesús también enseñan que no. Jesús puso
a un "pagano" como modelo de bondad. Y le dijo al creyente: "Ve
y haz tú lo mismo que el pagano de Samaria".
No hay más
bondad donde hay más fe en Dios. Más bien, donde hay bondad, allí hay verdadera
fe en Dios, sea religiosa o no. Pero ¿qué digo cuando digo Dios? Digo la Mirada
y la Ternura, el Misterio supremo de bondad creadora y feliz, y no depende de
ninguna religión, por revelada que diga ser. Palabra de Jesús. Allí donde hay
bondad feliz y libre, allí está Dios, aliento y consuelo que mueve por dentro
el corazón de cuanto es. Y todo gime buscando esa presencia y esa bondad más
allá de toda forma. Más allá de toda creencia, de toda religión, de todo nombre
de "dios".
Mencio (s. IV
a.C.), segundo gran sabio chino después de Confucio, no creía en lo que la
mayoría de la gente entiende aún por "Dios", pero creía profundamente
que la bondad es la verdadera naturaleza de todo ser humano. Donde dice
"naturaleza", pon "posibilidad" o "vocación" .Y
lo ilustraba con un ejemplo: cualquiera que vea a un niño caer a un pozo, corre
a salvarlo, y no lo hace por vergüenza o por interés, sino por impulso
interior. El gen egoísta busca su forma última en la bondad. Mira a Jesús: veía
a la multitud hambrienta o al leproso despreciado, y se le conmovían las
entrañas.
Ninguna razón,
por religiosa que sea, ha impedido ningún crimen. Ningún argumento, por divino
que sea, es el origen de la bondad. "La rosa es sin porqué. Florece porque
florece", escribió Ángelus Silesius, poeta místico cristiano. Así es la
bondad. ¿Acaso necesitamos razones para que nos guste Mozart o un beso? Si
buscas fuera razones para ser bueno, buscas el agua fuera de la fuente.
En tus entrañas
llevas la fuente, y es la misma en todos los seres. Sí, tendrás que aprender el
camino a la fuente, a tu propia fuente que es la de todos, pero cuando llegues
bastará que la dejes brotar, sin otra razón. Deja simplemente que brote. Deja
que te inspire. Deja que te lleve a ser lo que verdaderamente eres, o puedes
ser.
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