Por José Manuel Vidal
Entrevista
a José Arregi, quien participó en la Semana Andaluza de Teología, celebrada en
Málaga los pasados 24 y 25 de noviembre. Su ponencia ofreció un retrato
descarnado de nuestra realidad religiosa.
¿Cuál fue el
título de tu ponencia?
El título que me propusieron fue
"Lógica del Reino, lógica del capitalismo"... Lo que voy a intentar
es contraponer lo que Jesús tenía en mente y en el corazón cuando anunciaba la
Buena Noticia del Reino de Dios para los pobres, al capitalismo salvaje en su
versión neoliberal... Hay una franca contraposición entre la compasión como
motor y como horizonte humanizador (de Jesús) y el interés insensible de unos
pocos (por parte del capitalismo).
¿O sea que
estamos ante un sistema anti-evangélico? ¿No se puede superar eso?
Yo creo que el seguidor de Jesús, hoy
en día, tiene que denunciar este capitalismo neoliberal que se sustenta en la
especulación de unos pocos, caiga quien caiga. El capitalismo no tiene misericordia.
¿Es hoy
cuando es más evidente?
Por supuesto... Pero hoy en día no hay
más que mirar lo que nos rodea, no solamente en el estado español, sino a nivel
más planetario: los desgarros, las desigualdades crecientes, el horizonte de
futuro inexistente, el desastre ecológico en marcha... Todo esto responde a la
praxis y a la lógica de fondo del capitalismo neoliberal.
Una vez hecho
el diagnóstico, ¿qué propones?
Lo que sé es que hay cantidad de
movimientos sociales, más allá de límites confesionales, que están proponiendo
medidas de corrección de la economía a nivel planetario: persecución de la
corrupción, regulación del mercado, gravación de todas las transacciones
financieras, la tasa Tobin... Que los gobiernos políticos tengan realmente
capacidad de decisión por encima de los poderes financieros... Los políticos
que elegimos deben tomar decisiones que respondan al bien de la ciudadanía.
¿Cómo podemos
los católicos impulsar ese cambio?
No importa que sean católicos o no, hay
cantidad de personas que están impulsando, en sintonía y colaboración con
movimientos de todo tipo (el 15-M, el 25-S, Stop Desahucios...), este nuevo
clamor social. Dando voz a la sensibilidad que pide una transformación.
¿Crees que
ese clamor pueda cuajar en algo que ayude a las víctimas?
Ha de cuajar... Las Naciones Unidas
deberán servir para esto, para que realmente haya una democracia de todos los
pueblos, de todas las especies del planeta, de todos los seres vivientes. Y que
se tomen decisiones por el bien común, el equilibrio y la armonía.
¿Qué papel
crees que está desempeñando en este momento la Iglesia Católica?
Creo que la Iglesia (me refiero a la
jerarquía y al Vaticano) no ha sido una voz parecida a la que fue la voz de
Jesús en la Galilea de hace 2000 años, que estaba claramente de lado del
interés de los últimos, de los pobres.
¿No es eso
una traición a la esencia del mensaje del nazareno?
¿Por qué han salido y han llamado a
manifestarse los obispos del estado español? No ha sido por los extranjeros, ni
por los inmigrantes, ni por los desahuciados. Últimamente se están oyendo
algunas voces de ciertos obispos que se están adelantando en la toma de
posición, en una línea que debería ser mucho más visible.
¿Quieres
decir que la institución debería estar en la vanguardia de esos movimientos?
Sí. Pero Rouco fue el primero que
expulsó de la Almudena a los desahuciados que se refugiaron allí. La pregunta
es, ¿qué Evangelio leemos? ¿De qué Jesús hablamos?
¿Te
decepciona la jerarquía?
Efectivamente... Aquí, en Andalucía,
hay personas de una calidad humana y espiritual muy grande. Ellos son la
Iglesia de Jesús. Ojalá la Iglesia Católica, representada en su jerarquía,
siguiese esa misma tónica. No digo que todos debamos pensar igual. Pero la
sensibilidad no debería quedarse solamente en palabras y en buenos deseos, sino
que debería impulsar acción y transformación política y económica.
Los obispos
se acaban de pronunciar sobre el matrimonio gay, pidiendo que el Partido
Popular dé marcha atrás, incluso tras la sentencia del Tribunal Constitucional.
Lo lamento. Me cuesta comprender cómo
hoy en día puede ser tanto problema para una institución importante como la
Iglesia que el matrimonio homosexual sea reconocido en igualdad de condiciones
jurídicas que el heterosexual.
¿También
puede hacer perder credibilidad a la Iglesia?
Claro. La Iglesia española se está
situando en otra época, en otro planeta y en otra cultura. Todo por no entender
los nuevos esquemas sociales, que no tienen por qué ser mejores o peores, sino
distintos. Si dos hombres se quieren, es sacramento de Dios.
¿Dónde está el problema? Ellos dicen
que el matrimonio tiene que ver con la procreación, pero la Iglesia nunca ha
condenado el matrimonio de dos abuelos que nunca van a tener hijos. ¿La
cuestión está entonces en que sean hombre y mujer? ¿Y eso de dónde lo sacan?
Eso es un simple esquema cultural, histórico y, por tanto, cambiante. Pero esa
ruptura les cuesta muchísimo.
La vida no para nunca. Progresa,
evoluciona. Y la religión debería evolucionar también junto con la vida.
¿Uno de esos
escándalos de los que dices que seguramente nos avergoncemos dentro de muy poco
es la situación de la mujer en la Iglesia Católica?
Ya nos ha pasado factura... Y ahora
está perdiendo claramente a la mujer, si es que no la ha perdido ya. Y si
pierde a la mujer, pierde a las madres; y si pierde a las madres, pierde la
transmisión a las generaciones futuras, que es precisamente lo que está
pasando. Ya está bien de culpar de todo ello a la cultura actual y a todos los
"ismos" imaginables.
¿No ha
ocurrido todo esto en contra del Concilio?
Sí. El Concilio hizo un esfuerzo de
reconciliación con la libertad del sujeto y con la razón. Lo que separa ahora a
la Iglesia institucional de la cultura actual no es solamente una mutación
cultural, sino dos: porque la Iglesia ha retrocedido hacia un paradigma
premoderno, mientras la sociedad ha avanzado hacia un paradigma postmoderno. De
manera que hay dos pasos de distancia entre la institución eclesial y la
cultura.
¿Cómo es
posible, en una institución que precisamente cuenta con gente sólo dedicada a
reflexionar, como los teólogos o los pensadores? ¿Se debe esa involución a una
estrategia preconcebida?
Mala voluntad seguro que no hay, pero
falta un diagnóstico y una lectura adecuada de la situación de nuestro mundo...
Porque el paradigma de la pluralidad no creo que tenga marcha atrás.
¿O sea que la
situación es irreversible?
A mí me parece que sí. No hay vuelta de
hoja. El Evangelio de Jesús sigue teniendo un potencial inspirador enorme para
la sociedad, lo que pasa es que está siendo dilapidado, y me parece que
pervivirá sólo en pequeños círculos. La Iglesia como institución social va
camino de convertirse en un fenómeno muy marginal, casi sectario (en el sentido
de grupúsculo cerrado y a la defensiva con la cultura).
José Manuel Vidal
(Extracto)
Religión
Digital
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