lunes, 21 de mayo de 2012

El Paráclito

LECTIO DIVINA (27-05-2012)
Juan 15, 26-27; 16, 12-15
“Pero cuando venga el defensor, el Espíritu de la verdad, que yo enviaré de parte del Padre, él será mi testigo. Y también vosotros seréis mis testigos, porque habéis estado conmigo desde el principio.
 “Tengo mucho más que deciros, pero en este momento sería demasiado para vosotros. Cuando venga el Espíritu de la verdad, os guiará a toda la verdad, porque no hablará por su propia cuenta, sino que dirá todo lo que oye y os hará saber las cosas que van a suceder. Él me honrará, porque recibirá de lo que es mío y os lo dará a conocer. Todo lo que tiene el Padre, también es mío; por eso os he dicho que el Espíritu recibirá de lo que es mío y os lo dará a conocer.
Otras lecturas: Hechos 2.1-11; Salmo 104.1, 24, 29-31, 34; Gálatas 5.16-25
LECTIO:
Los dos pasajes que constituyen el texto de este domingo están contenidos en las palabras finales de Jesús a sus discípulos la última noche en Jerusalén (Juan 13—17). Hoy el Espíritu Santo, la tercera persona de la Trinidad, es el centro de atención (Juan 15.16).
Jesús está preparando a sus discípulos para su partida inminente, pero primero quiere confiarles al cuidado del Espíritu Santo. ¿Por qué era tan importante esto? Jesús sabe que el papel principal del Espíritu Santo es revelar nuevos aspectos de Dios y de su palabra (15.26). De este modo ayudará a los discípulos a entender mejor a Jesús.
El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo existen juntos como Trinidad en amor y entendimiento perfectos. Por eso, no puede haber nadie mejor que el Espíritu para revelar y enseñar cuanto el Padre y el Hijo elijan decir (16.13).
El Espíritu Santo sigue siendo nuestro guía personal sobre cómo vivir y compartir el mensaje de amor de Jesús (15.27). Por este y otros pasajes sabemos que el Espíritu Santo lleva a cabo esta labor de cuatro maneras: inspiró a los autores de las Sagradas Escrituras, personajes como David, Isaías, Juan, Lucas y Pablo; nos trae a la memoria las palabras de Jesús; nos ayuda a comprender las Escrituras y, finalmente, aviva el fuego del amor de Dios en nuestras vidas. Es un amor mutuo que fortalece a los cristianos en el camino de la vida.
Jesús no promete a sus seguidores una vida fácil; lo que promete es el auxilio de Dios en nuestras pruebas y esfuerzos por ser sus testigos ante todos los hombres (15.26, 16.12).
MEDITATIO:
La promesa de ayuda del Espíritu Santo llega a nosotros con un objetivo: hacernos capaces de hablar de Jesús y vivir en la verdad. ¿De qué manera has experimentado que el Espíritu Santo te ayudaba e instruía?
¿Qué quiere decir Jesús con el término ‘verdad’? ¿Se refiere sólo a palabras e ideas?
ORATIO:
Pídele al Espíritu Santo que te revele más sobre el Padre y el Hijo. Pídele su ayuda para poder llevar a cabo tu misión de continuar la labor de Jesús en la tierra y demostrar sus frutos en tu vida (Gálatas 5.22-23).
Con espíritu de oración, lee el Salmo 104 durante la semana. Deja que Dios te conduzca a unos cuantos versos cada vez. Úsalos para alabar la grandeza del Dios de la creación.
CONTEMPLATIO:
Hoy celebramos la fiesta de Pentecostés y el don maravilloso del Espíritu Santo. En Hechos 2.1-11 vemos cómo se derrama gloriosamente el Espíritu Santo sobre los discípulos. No es ésta la última ocasión: hoy día las personas siguen invitando al Espíritu a que les llene, guíe y anime.
Cuando escribe a los Gálatas (5.16-25), Pablo describe de manera práctica la acción del Espíritu Santo. Los frutos de esta acción deberían ser tan evidentes en nuestra vida actual como lo fueron en las vidas de los primeros cristianos.
Lectio Divina de la Sociedad Bíblica España

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