¡Cuántas veces, Señor, me habéis llamado
¡Cuántas veces, Señor, me habéis llamado,
y cuántas con vergüenza he respondido,
desnudo como Adán,
aunque vestido de las hojas del árbol del pecado!
Seguí mil veces vuestro pie sagrado,
fácil de asir, en una cruz asido,
y atrás volví otras tantas, atrevido,
al mismo precio en que me habéis comprado.
Besos de paz os di para ofenderos;
pero si fugitivos de su dueño,
hierran cuando los hallan los esclavos,
hoy que vuelvo con lágrimas a veros,
clavadme vos a vos en vuestro leño,
y tendreisme seguro con tres clavos.
Soneto XV, Lope de Vega
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