(Comentario a Lc. 13, 22-30)
La sociedad moderna va
imponiendo cada vez con más fuerza un estilo de vida marcado por el pragmatismo
de lo inmediato. Apenas interesan las grandes cuestiones de la existencia. Ya
no tenemos certezas firmes ni convicciones profundas. Poco a poco, nos vamos
convirtiendo en seres triviales, cargados de tópicos, sin consistencia interior
ni ideales que alienten nuestro vivir diario, más allá del bienestar y la
seguridad del momento.
Es muy significativo
observar la actitud generalizada de no pocos cristianos ante la cuestión de la
“salvación eterna” que tanto preocupaba solo hace pocos años: bastantes la han
borrado sin más de su conciencia; algunos, no se sabe bien por qué, se sienten
con derecho a un “final feliz”; otros no quieren recordar experiencias
religiosas que les han hecho mucho daño.
Según el relato de Lucas,
un desconocido hace a Jesús una pregunta frecuente en aquella sociedad
religiosa: “¿Serán pocos los que se salven?” Jesús no responde
directamente a su pregunta. No le interesa especular sobre ese tipo de
cuestiones estériles, tan queridas por algunos maestros de la época. Va
directamente a lo esencial y decisivo: ¿cómo hemos de actuar para no quedar
excluidos de la salvación que Dios ofrece a todos?
“Esforzaos
en entrar por la puerta estrecha”. Estas son sus primeras palabras. Dios
nos abre a todos la puerta de la vida eterna, pero hemos de esforzarnos y
trabajar para entrar por ella. Esta es la actitud sana. Confianza en Dios, sí;
frivolidad, despreocupación y falsas seguridades, no.
Jesús insiste, sobre todo,
en no engañarnos con falsas seguridades. No basta pertenecer al pueblo de
Israel; no es suficiente haber conocido personalmente a Jesús por los caminos
de Galilea. Lo decisivo es entrar desde ahora en el reino Dios y su justicia.
De hecho, los que quedan fuera del banquete final son, literalmente, “los
que practican la injusticia”.
Jesús invita a la
confianza y la responsabilidad. En el banquete final del reino de Dios no se
sentarán solo los patriarcas y profetas de Israel. Estarán también paganos
venidos de todos los rincones del mundo. Estar dentro o estar fuera depende de
cómo responde cada uno a la salvación que Dios ofrece a todos.
Jesús termina con un
proverbio que resume su mensaje. En relación al reino de Dios, “hay últimos
que serán primeros, y primeros que serán últimos”. Su advertencia es clara.
Algunos que se sienten seguros de ser admitidos pueden quedar fuera. Otros
que parecen excluidos de antemano pueden quedar dentro.
José Antonio Pagola
No hay comentarios:
Publicar un comentario