jueves, 17 de marzo de 2011

Crimen consentido por todos nosotros

Parece que estamos asistiendo a las últimas horas del levantamiento popular que ha habido en Libia contra el dictatorial régimen de Gadafi.

Un pueblo que ha estallado, harto de tiranía, de abusos, de crímenes amparados en la ley del poder del petróleo detentado en exclusiva por un visionario loco, va a ver cómo van a ser masacrados sus hombres y mujeres por haber querido un cambio.

La "comunidad" internacional se está limitando a mirar y a no hacer nada positivo. Los políticos, como ya nos tienen acostumbrados, se hacen cómplices del asesino con su pasividad. Se reúnen sus representantes para hablar, y hablar, y hablar... y, finalmente, no decidir nada. Creo que tienen miedo a perder los suministros de petróleo y gas que vienen de Libia.

Los ciudadanos de estos países nos limitamos a contemplar lo que pasa sin, tampoco, levantar nuestra voz contra la inacción que va a conducir a la masacre que todos sabemos que se avecina.

No hay duda que el dictador y su régimen son asesinos. Pero no hay duda tampoco de que todos los políticos que consienten, a sabiendas, en mantenerlo o en, al menos no prestar una ayuda mínima para evitarlo, son tan asesinos como aquel. Por complicidad.

Creo que también nosotros, simples ciudadanos, que nos limitamos a ver lo que pasa reflejado en el periódico o la televisión o a escucharlo en la radio, sin levantar nuestra voz para nada, nos convertimos en cómplices de estos dictadores. Callamos y consentimos. Sabemos lo que va a pasar (no hace falta ser profeta) pero nos mantenemos cómodamente en nuestro silencio. Es más fácil no complicarse la vida.

Siento vergüenza de pertenecer a la raza humana. A esta raza cómplice y cobarde.


1 comentario:

Nacho dijo...

Esta mañana entrevistaron en Radio Nacional al un representante del Consejo Insurgente Libio. Imagino que si algún político estaba escuchando por lo menos se le habrá caído la cara de vergüenza.
Decía que solidaridad, libertad y derechos humanos se están convirtiendo en palabras huecas y vacías de sentido.
¡Qué vergüenza para Europa! No ha sido la primera ocasión en la que hemos demostrado la altura de nuestros ideales (acordaos de Yugoslavia)..y por desgracia seguro que no es la última.