(Reflexión a Marcos 10, 1-12)
Los fariseos plantean a Jesús una pregunta para ponerlo a
prueba. Esta vez no es una cuestión sin importancia, sino un hecho que hace
sufrir mucho a las mujeres de Galilea y es motivo de vivas discusiones entre
los seguidores de diversas escuelas rabínicas: "¿Le es lícito al varón
divorciarse de su mujer?".
No se trata del divorcio
moderno que conocemos hoy, sino de la situación en que vivía la mujer judía
dentro del matrimonio, controlado por el varón. Según la ley de Moisés, el
marido podía romper el contrato matrimonial y expulsar de casa a su esposa. La
mujer, por el contrario, sometida en todo al varón, no podía hacer lo mismo.
La respuesta de Jesús sorprende a todos. No entra en las
discusiones de los rabinos. Invita a descubrir el proyecto original de Dios,
que está por encima de leyes y normas. Esta ley "machista", en
concreto, se ha impuesto en el pueblo judío por la "dureza de
corazón" de los varones que controlan a las mujeres y las someten a su
voluntad.
Jesús ahonda en el misterio original del ser humano. Dios "los
ha creado varón y mujer". Los dos han sido creados en igualdad. Dios
no ha creado al varón con poder sobre la mujer. No ha creado a la mujer
sometida al varón. Entre varones y mujeres no ha de haber dominación por parte
de nadie.
Desde esta estructura original del ser humano, Jesús ofrece una
visión del matrimonio que va más allá de
todo lo establecido por la "dureza de corazón" de los varones.
Mujeres y varones se unirán para "ser una sola carne" e iniciar
una vida compartida en la mutua entrega sin imposición ni sumisión.
Este proyecto matrimonial es para Jesús la suprema expresión
del amor humano. El varón no tiene derecho alguno a controlar a la mujer como
si fuera su dueño. La mujer no ha de aceptar vivir sometida al varón. Es Dios
mismo quien los atrae a vivir unidos por un amor libre y gratuito. Jesús
concluye de manera rotunda: "Lo que Dios ha unido, que no lo separe el
varón".
Con esta posición, Jesús esta destruyendo de raíz el fundamento
del patriarcado bajo todas sus formas de control, sometimiento e imposición del
varón sobre la mujer. No solo en el matrimonio sino en cualquier institución
civil o religiosa.
Hemos de escuchar el
mensaje de Jesús. No es posible abrir caminos al reino de Dios y su justicia
sin luchar activamente contra el patriarcado. ¿Cuándo reaccionaremos en la
Iglesia con energía evangélica contra tanto abuso, violencia y agresión del
varón sobre la mujer? ¿Cuándo defenderemos a la mujer de la "dureza de
corazón" de los varones?
José Antonio Pagola
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